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TRIBUNA

AFADACE El Campello desaparece

Miembros de Afadace en el transcurso de una protesta contra la falta de ayudas a la entidad. | INFORMACIÓN

Como campellera sensible, con tristeza e indignación, desde mi voluntariado en este colectivo, con vergüenza ajena, escribo este artículo de opinión que veía venir desde hace tiempo.

Qué puede esperar un pueblo de un sector de legisladores, si se desatiende a sus mayores en general, discapacitados, y a un colectivo de enfermos de alzhéimer de distintas edades, que aún sin recordar, sonríen por los cuidados que reciben en las clases o sesiones de terapia, impartidas por técnicos acreditados o voluntariado supervisado, así como las reuniones mantenidas con sus propias familias, tan necesitadas de apoyo ante esta brutal enfermedad.

Muy inexplicablemente nuestro pueblo parece haberse detenido en el tiempo y las desilusiones comienzan a afectarnos, aunque algunos lo comenten en petit comité y otros lo hagamos con la rotundidad de vivirlo desde dentro, como es el caso de mi voluntariado.

No fue larga mi labor de rescatar segundos, con suerte minutos, de recuerdos imprecisos de un hecho del pasado con nuestros enfermos. Pero me queda la satisfacción de guardar el testigo escrito de mis clases (supervisadas por la Terapeuta Ocupacional Inma Berna Pardo) de Reminiscencias. La escritura creativa al igual que la música alcanzan despertar, sutilmente, células nerviosas del cerebro dañado, regalándoles pequeñas «libertades» que emocionan.

Nadie me ofreció el voluntariado. Me ofrecí con una propuesta debajo del brazo, que fue aceptada por psicóloga y equipo, que consiste en terapia de reminiscencias o despertares a través de escritura creativa (tengo cierta experiencia como cuenta cuentos en el Asilo de Jijona. Se descartaron los cuentos porque los enfermos de alzhéimer no hilan una frase entera, aunque se intentó. En adelante comenzamos con poesía y, efectivamente, una sola palabra que yo planteara como «flor» o «sol» daba paso a que el enfermo rescatara un recuerdo. Mi trabajo no solo consistía en un par de horas cada tres días; los apuntes recogidos en clase los trabajaba en casa durante horas con el fin de hilvanar, entre alumnos y yo, poesías y relatos de algún recuerdo personal que afloraba de vez en cuando, con el nombre propio de cada uno.

Este trabajo lo redacté, con la supervisión de la Psicóloga Cintia Gosálbez Pastor, para presentar una propuesta al apartado Cultural de La Caixa solicitando subvención para publicación de libro con dos posibles títulos: «Reminiscencias» o «Despertares», y ayuda para material u otros. No tardaron en responder, incluso con visita presencial (aún se podía) de dos directivos de La Caixa, siendo aceptada la solicitud, y el compromiso de presentar el libro – trabajo - colectivo, en la Gala anual de septiembre en la Casa de la Cultura, con autoridades municipales presentes (que fotos más chulas para algunos) y por supuesto, logo y presencia de La Caixa. Todo quedó, como tantas cosas, parado por el covid-19 y sus consecuencias. Incluso se me había propuesto acudir a la Convención anual sobre el alzhéimer que se celebraría en València junto con la terapeuta ocupacional y expusiera mi Tesis. Incluso pensé contactar con La Fundación Pascual Maragall, llegando a presentarlo en el centro de mayores de Sant Joan. Me sentí útil.

Cuántas cosas de primer orden dejamos perder en nuestro municipio por el ego de las siglas. Cuánto silencio por parte de quienes más tienen que mirar por el bienestar de sus propios mayores y demás colectivos sensibles, que enmudecen reivindicarlos. Qué pena de legislaturas perdidas por parte de quienes tienen depositada la confianza del pueblo. Cierto que cuesta hablar con esta contundencia - pasa factura - como tan cierto es la experiencia de vivirla en primera persona los dos últimos años del Centro Social El Barranquet, he aquí el resultado.

Desde mi voluntariado agradezco de corazón al equipo AFADACE por su confianza, las familias que tantas veces me mostraron agradecimiento por las horas compartidas con sus enfermos, mientras ellos podían hacer sus quehaceres. Por la labor tan hermosa -decían - a través de la escritura. Ningún político del equipo de gobierno ha vivido ni abrazado la pena de despedirnos ni ver las lágrimas de este colectivo sensible, crucificado por la terrible enfermedad del alzhéimer. Sin olvidar el orgullo, pisoteado, de una asociación sin animo de lucro, ejemplo para muchos pueblos de la provincia, con gente cualificada que se va al paro.

Justo es añadir (no lo sería si lo callara) que, en vista de los problemas de espacio, se solicitó a la concejal Mercé Pairó la antigua Cámara Agraria, Solicitud aprobada por ella, pero el alcalde dijo no.

Termino con algo de hemeroteca: En la primera legislatura (con pactos) del Partido Popular, al recibir el nuevo alcalde Juan José Berenguer Alcobendas la vara de mando dijo (cito textualmente): «A partir de ahora nuestro municipio será gobernado por los 21 concejales que conformamos la Corporación Municipal».

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