Mira que a los alcoyanos se nos ha puesto históricamente complicado eso de las comunicaciones con la capital de la provincia. Los obstáculos geográficos siempre han sido un inconveniente, y también la escasa sensibilidad de unas administraciones que no hacían otra cosa que ignorar a esta ciudad enclavada entre ríos y barrancos y sometida a la implacable vigilancia de las montañas. Baste como ejemplo el ferrocarril que nos tenía que conectar con Alicante, cuyo trazado se habilitó sin que nunca llegaran a circular los trenes, o el imponente puerto de la Carrasqueta, una barrera física comparable a los míticos pasos pirenaicos del Tour de Francia. Afortunadamente, todo eso forma parte del pasado y hoy en día la autovía elimina cualquier tipo de excusa para que haya una comunicación fluida entre ambos municipios.
Pero lo relatado con anterioridad sigue pesando en la memoria colectiva de todo un pueblo, y por eso desplazarse a Alicante sigue teniendo algo de épico, sobre todo si, como es el caso, los viajantes son encima políticos y sobre ellos pesa la responsabilidad de romper el hielo en el ciclo de debates organizado por INFORMACIÓN con motivo de las inminentes elecciones municipales. Un desafío al que los candidatos respondieron ayer agradecidos pero también, como queda dicho, con responsabilidad, porque siempre es una responsabilidad debatir, pero todavía más en un escenario tan relevante como este, en el que los temas domésticos iban a ser difundidos por televisión, web y edición impresa no solo para los alcoyanos, sino para la mirada crítica de toda una provincia.
Y todo ello se dejó notar en el día de ayer desde el minuto uno. Tras los saludos protocolarios iniciales, y conscientes de la importancia de la cita, todos se pusieron a la faena de inmediato en la misma cafetería del diario, cada candidato con sus respectivos asesores en mesas separadas y guardando distancias, mientras de forma individual pasaban por los camerinos para la correspondiente sesión de maquillaje. Un inicio tenso que continuó ya en el estudio de televisión, con las instrucciones sobre el debate y la responsabilidad, siempre la responsabilidad, de transmitir bien los mensajes.
Inicios dubitativos y miradas que no acababan de posarse en las cámaras, algo que casi todos lograron corregir. A Màrius Ivorra, de Compromís, se le resistió más, mientras que Quique Ruiz, del PP, jugaba con ventaja por su pasado radiofónico, aunque sin poder dismimular a veces su nerviosismo.
Los descansos publicitarios fueron aprovechados por los asesores para corregir gestos y mensajes, haciendo apartes en las esquinas del plató para evitar ser oídos por los contrincantes.
La tensión fue en aumento, llamando la atención el desparpajo de la nueva candidata de Guanyar, Sandra Obiol, capaz de sacar de sus casillas en momentos determinados a un Toni Francés que, por lo demás, conservó el aplomo en la exposición de su gestión al frente del gobierno socialista. Se notó distanciamiento, más en lo personal que en materia de ideas, entre la alcaldable de Podemos, Naiara Davó, y los hasta ahora socios de Guanyar, mientras que Rosa García, de Ciudadanos, mantenía un perfil discreto.
Los asesores tomaron imágenes con sus móviles de una cita que puede ser trascendente en el desenlace electoral.
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