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Los pueblos se quedan al margen del crecimiento y estancan su población

Los municipios de menos de 1.000 habitantes pierden un total de 89 vecinos mientras la provincia gana 21.205, lastrados por el envejecimiento

Tollos, uno de los municipios de la provincia con menos habitantes, en una imagen previa a la pandemia de coronavirus. | NANDO JS

Los pueblos más pequeños de la provincia se han quedado al margen del crecimiento demográfico que se ha producido en líneas generales, y han visto cómo su población se ha quedado totalmente estancada. Así lo reflejan los datos del padrón municipal a 1 de enero de 2020, difundidos la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que evidencian la clara dicotomía que hay entre el área montañosa del centro y norte de la demarcación alicantina, donde están casi la totalidad de las localidades de menor tamaño, y el resto de comarcas.

Tal y como publicó este periódico hace pocos días, la población de la provincia de Alicante se ha incrementado en 21.205 personas en un año. Sin embargo, la de los municipios con menos de 1.000 habitantes ha retrocedido en 89 vecinos, de los 21.685 que sumaban en el padrón de 2019 a los 21.596 que se contabilizan en la última actualización. Y siguen siendo el mismo número de localidades, 52 -es decir, no hay ninguna que haya superado el millar de residentes o haya quedado por debajo de ellos-, por lo que esta escasa variación obedece única y exclusivamente a la tendencia a la baja de los empadronados en estos pueblos, con la salvedad de algunos que han ganado habitantes y que han hecho que el resultado final sea un estancamiento.

Los pueblos se quedan al margen del crecimiento y estancan su población

Como también avanzó este periódico, Tollos vuelve a ser el municipio con menos habitantes de la provincia, tras unos años en los que este último lugar lo ha ocupado Famorca. El cierre de su residencia de personas mayores, a principios de 2019, se ha reflejado ahora de manera oficial en el padrón, que se ha desplomado de 57 a 35 personas. El municipio se queda así muy cerca de su mínimo histórico de población, que fueron los 34 habitantes que constaban en el padrón de 2004. Por su parte, Famorca pierde también dos vecinos y se queda con 45; en esta localidad, el mínimo hasta la fecha se registró en 2010, con tan solo 38 empadronados.

La zona en la que se encuentran estos dos municipios, la Vall de Seta -al este de la comarca de El Comtat- tiene la densidad de población más baja de la provincia y reúne varios factores que resultan determinantes para que se dé un fenómeno demográfico regresivo. Así, son pueblos muy pequeños -el mayor de ellos, Gorga, tiene 241 habitantes según la última actualización del padrón-, con una media de edad muy avanzada y donde el escaso tejido socioeconómico limita mucho las oportunidades laborales. Hace un año, los siete municipios de esta zona sumaban 818 vecinos, mientras que ahora entre todos son 777 personas; solo Fageca ha ganado un habitante y pasa de 106 a 107.

En el último año, sin embargo, la pandemia de coronavirus ha contribuido a que pueblos como estos se perciban como lugares con mayor calidad de vida, y a que algunas personas opten por trasladar allí su residencia. No obstante, esta vuelta al medio rural aún no se refleja de manera oficial en los padrones.

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