Cuando dices que te vas a Virgen del Carmen a hablar con los vecinos, lo primero que oyes son consejos: "Tened cuidado con el bolso y con la cámara" o "a ver dónde dejas el coche"... Luego, una vez en el barrio, te encuentras de todo: gente que te recibe con risas o que te invita a una cerveza en el bar de la esquina, y gente que te mira de soslayo o te amenaza con molerte a palos si les haces una foto. Con todo, y al menos durante el día, no da más miedo pasear por las Mil Viviendas, como todavía la conocen muchos de los vecinos, que por otros lugares de la ciudad, al menos si dices que eres periodista. Sin embargo, no todos opinan igual. "Aquí los taxistas no quieren entrar ni los de Telepizza, y si te compras muebles tampoco te los quieren traer", se lamenta Antonio, un joven para el que "antes con el callejón de la muerte había más problemas, pero últimamente hay más control policial, nadie va con una pistola por la calle".

Virgen del Carmen lleva su estigma de barrio marginal grabado a fuego. Los clanes y las mafias de tráfico de drogas y robos fueron los dueños de las calles durante años "pero ahora la mayoría de delincuentes peligrosos están en la cárcel, y aunque hay muchos robos y hay mucha venta de drogas esto está más tranquilo" asegura un vecino mientras otro rebate sus palabras y asegura que "los clanes siguen funcionando igual". De hecho en un barrio humilde como éste, es frecuente ver aparcados coches de alta gama, fruto muchos de ellos de la venta de droga.

Lo primero que llama la atención aquí es la cantidad de gente que hay en la calle, en sus patios interiores y en sus plazas. Jóvenes y mayores pasan el rato en la calle, en grupos o solos. Igual te encuentras a dos mujeres amamantando a sus bebés en un banco con un par de críos jugando alrededor, que a cuatro hombres echando una partida al dominó en una improvisada mesa en un parque o a media docena de jóvenes pasándose la cerveza. "No hay trabajo. La mayoría de la gente está en el paro y, claro, te sales a la calle ", nos dicen.

Estigmas aparte, el barrio está muy degradado y eso que las viviendas tienen sólo 12 o 13 años. Se trata de bloques con manzanas semicerradas en torno a una calle y disponen de muchas zonas al aire libre donde se reúnen los vecinos. Hasta ahí todo sería normal si no fuera porque los bloques están llenos de pintadas y las calles se ven sucias y deterioradas. Diariamente van los barrenderos, "la misma pareja siempre, porque muchos no quieren venir al barrio", dice una vecina, pero se nota que no dan abasto. Pegotes, alcorques llenos de agua de dudoso origen, papeles por el suelo, mobiliario urbano destrozado, farolas rotas y jardineras llenas de matojos son una constante. La comisaría de Policía, el centro social y la iglesia son los únicos edificios que destacan frente a la uniformidad de los bloques de pisos. Los pisos... éste es uno de los muchos problemas de la zona. Los gestiona el Instituto Valenciano de la Vivienda (IVVSA) y las críticas hacia esta gestión son constantes entre los vecinos que se quejan de que haya pisos vacíos y de que algunas viviendas se las den a "gente de fuera" mientras personas del barrio se hacinan con sus familiares a la espera de una concesión. Las quejas por el tema de los pisos son un clamor y los argumentos son variados. Desde quien vive en una furgoneta, como Francisco Moreno al que hace tres años desalojaron del llamado callejón de la muerte, "aunque él es honrado y vive de vender chatarra", según los vecinos, hasta casos de una docena de personas compartiendo un piso de dos o tres habitaciones. "Nosotros somos ocho en dos habitaciones", dice una vecina. "Yo tengo tres hijos, uno de ellos asmático, y mi casa sólo tiene dos habitaciones", afirma otra. Benjamín Fernández tiene 68 años. Lo encontramos en un banco en la calle Senador Alberto Pérez Ferrer y no llamaría la atención si no fuera porque carga con un respirador de oxígeno. "Yo vivo en un noveno. Hay ascensor, pero está roto con mucha frecuencia y entonces no puedo subir ni bajar de mi casa porque me ahogo. Por eso he pedido un bajo". Los vecinos pagan un alquiler por las casas de entre 40 euros "o incluso menos", según el IVVSA, y 180 euros al mes. Eso los que pagan, porque hay quien optó por "la patada en la puerta" ocupando sin papeles alguna de las viviendas vacías, "pero eso es peligroso porque si te pillan te quitan de la lista de concesión de pisos", explica otra vecina. Frente a las críticas de los vecinos, desde el IVVSA se defiende la distribución. "El reparto de las viviendas se realiza tras una baremación en función de la urgencia y la necesidad, pero la gente tiene que entender que ellos no tienen ningún privilegio por ser del barrio" ha indicado un portavoz del IVVSA quien justifica la existencia de pisos vacíos "porque en los barrios públicos tenemos que tener una reserva de viviendas para casos de urgencia como una desgracia familiar o algún imprevisto".

"No somos perros"

Gran parte de las personas con las que nos encontramos son de etnia gitana, alrededor de un 80%, según estimaciones del presidente de la Asociación de Vecinos, Juan José García. "Nos metieron aquí como si esto fuera un gueto y el Ayuntamiento pasa de nosotros. El barrio está fatal, sucio, en muchas calles no hay luz por la noche y parece que les da igual. No somos perros, somos personas", se lamenta María, una gitana que lleva toda la vida en el barrio. "Antes, cuando esto era Mil Viviendas estábamos mejor. Todo era más familiar. Ahora hay más droga y es verdad que últimamente no hay tiroteos, pero sigue habiendo robos. Entran hasta por las ventanas", afirma. Por contra, muchos vecinos reconocen que la culpa del estado del barrio es de ellos mismos. "Si ponen farolas y bancos nuevos y la gente los destroza en dos días, ¿con qué cara vas a volver a pedir al Ayuntamiento que lo arregle?", afirma resignado el presidente de los vecinos, Juan José García, para quien los problemas de la zona tienen difícil solución. "Lo que haría falta es trabajo porque la gente está parada y pasa lo que pasa, pero por lo demás, es muy difícil mejorar. Hay mucha gente buena aquí que se ve obligada a convivir con gentuza y no se puede hacer nada". De la misma opinión son María Garrido y Raquel, a las que encontramos pasando el rato en uno de los patios semi interiores de los bloques. "Sigue habiendo mucha droga, robos y escándalos. Por la noche no se puede dormir. Si no se pelean se matan, si no ponen la música a todo volumen hay riñas y gritos. Hay mucha mala gente", concluyen. Y luego están los gallos "cantando de buena mañana", gallos que se pueden ver en sus jaulas fácilmente por el barrio y que los vecinos niegan utilizar para peleas. "Nos gustan mucho y por eso los criamos", dice el propietario de varios ejemplares.

El desarraigo es general y gran parte de los que preguntamos si les gustaría salir del barrio responden que, si tuvieran dinero, se marcharían a otras zonas de Alicante. Virgen del Carmen también ha notado el fenómeno de la inmigración aunque menos que otros barrios cercanos como Colonia Requena, Virgen del Remedio o Juan XXIII. Así, el año pasado de los 2.816 vecinos censados, sólo 190 eran extranjeros. "Las relaciones con los inmigrantes no son malas aunque cada uno va a lo suyo", dice un vecino a este respecto.

En cuanto al abastecimiento en el barrio no hay problema. Hay suficientes bares y tiendas, sobre todo de alimentación y, para ropa y complementos, los vecinos suelen recurrir a los mercadillos en los que trabajan muchos de ellos.

Dotaciones

El centro social es la principal dotación del barrio, así como la Comisaría Norte pese a cuya existencia los índices de delitos siguen siendo los mas altos de Alicante. Además, el barrio tiene su polideportivo cuya actividad gestiona Juan José, el presidente de la asociación de vecinos, quien se muestra orgulloso del trabajo que hace aquí. "Sobre todo por los niños. Si consigo que, aunque sea uno, gracias al deporte no se meta en la droga, me doy por satisfecho".

La huella de las Mil Viviendas

Virgen del Carmen se levantó hace doce años tras derribarse las antiguas Mil Viviendas nombre que, sin embargo, no se correspondía con el número real de pisos. El viejo barrio fue levantado a finales de los años 50 del siglo pasado por el Patronato Benéfico Francisco Franco para acoger a los habitantes desalojados de las laderas del Benacantil que el plan general de 1957 convertía en zona verde. La mala calidad de las construcciones, el abandono y el carácter de gueto que adquirió el barrio hizo que se degradara convirtiéndose en el ejemplo más emblemático de la marginalidad en Alicante. Se optó por ello por su demolición a excepción de la iglesia y la reconstrucción de los bloques por parte del Instituto Valenciano de la Vivienda que se encarga de su gestión.

Plan de la Zona Norte e intentos de reinserción

Virgen del Carmen se incluye dentro del Plan Integral de la Zona Norte que incluye seis barrio de Alicante y que pretende abordar la mejora de estas zonas de forma integral. El presidente de la asociación de vecinos del barrio, Juan José García, sin embargo, observa el proyecto con escepticismo debido a las características del barrio. "Han hecho la zona verde de prolongación de la Vía Parque que nos viene muy bien, pero por lo demás, lo que aquí hace falta es trabajo para la gente". La formación es uno de los aspectos en los que la administración más incide. En la actualidad en el barrio hay en marcha un taller de costura destinado a la inserción laboral de mujeres. Casi todas las participantes en el taller son vecinas del barrio, aunque también hay mujeres de la cárcel de Villena con el tercer grado. Allí las vemos cosiendo productos textiles para el hogar que, tal como ha señalado la presidenta del programa, Rosa Escandell, luego se distribuyen en establecimientos como La Oca firma con la que se ha llegado a un acuerdo al igual que con Tempe y Pikolinos.