Un joven hace equilibrismo en la playa sobre una cuerda que ha atado a dos palmeras. A pocos metros, tapado con una manta, un hombre duerme sobre la arena. Por lo demás, un miércoles de noviembre a las doce de la mañana, la playa de Urbanova, hasta donde alcanza la vista, se ve desierta.

Por el paseo, hay algunas personas que miran con curiosidad al equilibrista antes de proseguir su camino, pero son pocas. Desde luego, los que dicen que esto es tranquilo, no mienten. La playa está limpia, los juegos infantiles y deportivos que hay en la arena están bien conservados, y se ven marcas recientes de las máquinas limpiadoras. Como hay un día claro, las vistas hacia el norte son impresionantes con la bahía de Alicante, el castillo, la Serra Grossa, el Cabo de las Huertas y al fondo la sierra de Aitana y el Puig Campana, y con Tabarca y Arenales hacia el sur. "Aquí se vive muy bien. Miras al mar y es media vida", afirma Consuelo que anda por el paseo junto a Encarna, otra vecina que llegó a Urbanova hace unos meses y que, de momento, se queda aquí.

Urbanova se concibió como un complejo familiar residencial en la zona de los Saladares que estaba sin urbanizar y en la que, cuando se construyeron las primeras torres en 1972, apenas había nada más que el aeropuerto, alguna casita aislada y los restos de la vieja explotación salinera. Mientras que las playas del norte de Alicante con el boom del turismo sufrieron una actividad constructora desaforada, en el sur se levantaban cuatro torres ante una enorme y desierta playa, con unos precios menores que en la zona turística del norte, y posteriormente se construyeron nuevas fases hasta las 2.000 viviendas y 22 locales comerciales que hay actualmente distribuidos en media docena de calles. ¿Por qué con una playa magnífica tan cercana a la ciudad, la zona se ha "librado" de la especulación urbanística masiva? Unos dicen que se debió a la cercanía del aeropuerto, otros, que la tendencia y la moda llevaban hacia la Albufereta y San Juan. "Hay gente que ni sabía ni sabe que esto está aquí. En muchos mapas ni salimos, dice el presidente de la asociación de vecinos, Jesús Gómez, y otra gente confunde esto con los Arenales y cree que no es Alicante". En cualquier caso, hasta aquí ha llegado su expansión, ya que por la cercanía del aeropuerto y del parque natural de los Saladares no se puede construir más en la zona.

Gran parte de la vida en Urbanova transcurre en el interior de las urbanizaciones, con sus zonas ajardinadas, piscina e instalaciones deportivas. Las urbanizaciones en general están cuidadas así como los bloques de viviendas, uniformes en su altura, diseño y tonos ocre o verde pastel. A algunos de los edificios, sin embargo, les hace falta una mano de pintura para tapar algunas manchas y unificar la fachada.

La conservación de las urbanizaciones privadas contrasta con los espacios públicos de Urbanova, básicamente el paseo, los accesos y los alrededores del complejo. Por su situación, una de las actuaciones más urgentes sería la reforma del paseo frente a la playa, la parte noble del barrio que, sin embargo y sobre todo en la mitad que hay más al sur, se ve muy deteriorado con el pavimento lleno de desconchones y pegotes "en el que más de una vez se ha caído alguna persona", según los vecinos, y con un murete separando la zona de arena agrietado, lleno de roturas y con muchos de los azulejos blancos y azules con que está decorado el muro rotos o desaparecidos. "Esto no debería estar así", opina Carmen, una vecina de Alicante que viene a menudo a Urbanova "porque este sitio me gusta y me relaja". Considera que "con una playa tan bonita y tan cerca del centro de Alicante deberían mimarla y sin embargo el paseo da pena".

Desde la asociación de vecinos se lleva reivindicando desde hace años un nuevo paseo, y se han recogido casi 2.000 firmas denunciando la situación de la zona. El presidente, Jesús Gómez, ha señalado a este respecto que "en los presupuestos generales del Estado llegó a haber tres millones de euros para arreglarlo pero la reparación incluía el retranqueo de algunas terrazas y muros para ampliar el espacio público que depende de Costas, y al final decidieron que no valía la pena gastar tanto dinero para recuperar tan poco espacio y así estamos, esperando que lo arreglen. La subdelegada del Gobierno se ha comprometido pero seguimos esperando". El retranqueo al que se refiere el presidente afecta a las terrazas de algunos de los bares y restaurantes que dan al mar así como a un chalé que hay en el centro de Urbanova. En el resto, el retranqueo ya se ha llevado a cabo pero el par de metros que Costas ha ganado a lo largo del paseo para uso público ofrece un aspecto descuidado, con viejas jardineras rotas, resecas y llenas de matojos. "Para lo que lo cuidan, podrían haberse ahorrado el retranqueo, porque la imagen del paseo es aún peor", señalan los vecinos.

En verano, Urbanova se llena de gente. Abren todos sus bares, restaurantes, heladerías y sus dos tiendas, se realizan actividades para niños, mayores y disminuidos psíquicos en la playa, hay fiestas y el barrio tiene todas las características de un destino de veraneo incluido el tramo de playa libre más alejado de las viviendas destinado a la practica del nudismo. El resto del año, apenas quedan ocupadas 400 de sus 2.000 viviendas. Muchos de sus bares cierran entre semana y sólo permanece abierta una de las tiendas de alimentación, la de Joaquín, que, pese a su nombre, está regentada por José. "Ahora hay menos negocio, pero vamos tirando", dice José, "y además hay que dar servicio a los vecinos que viven aquí todo el año". En su tienda se vende de todo, incluidos el pan y la prensa del día, aunque la "compra grande", como dicen los vecinos, la hacen en otros puntos de la ciudad.

Uno de los bares que encontramos abiertos es el Gamba, con Tomás al frente, quien cuenta que antes trabajaba en otros barrios de Alicante. "Aquí se está bien, aunque cuando se hace negocio es en verano". Será por eso pero encontramos la mayor parte de establecimientos cerrados, y alguno de ellos con las mesas y sillas tiradas en las terrazas ofrecen una imagen descuidada.

Pese a que es en verano cuando el barrio se llena de actividad, muchos vecinos lo prefieren el resto del año, "cuando esto se queda tranquilo y disfrutamos de verdad del privilegio de vivir frente al mar, sin tráfico y sin que haya que cruzar una carretera para estar en la playa", dice una vecina que, sin embargo, alude a los problemas que supone el vivir "separados de la ciudad y algo olvidados". Por ejemplo, Federico y Sergio, dos chicos jóvenes comentan que "aquí no hay ni un cajero automático, y para sacar dinero hay que ir al Altet, que es lo que nos cae más cerca". Por su parte, Consuelo y Encarna recuerdan que "sólo tenemos un autobús que pasa cada hora más o menos y los domingos sólo pasa tres veces, y para todo tenemos que ir a Alicante". No hay colegio para los niños, si los mayores quieren echar la partida tienen que ir a un bar o reunirse en un local vacío del complejo y, para ir al médico, los vecinos han de desplazarse a San Gabriel. Pero por poco tiempo, ya que previsiblemente antes de Navidad abrirá un centro que acogerá las dependencias de la asociación de vecinos, locales para ancianos y jóvenes, un aula medioambiental y un consultorio médico. Los cimientos del centro ya están hechos, están empezando a tabicar y las obras van a buen ritmo según los vecinos. El centro va a mejorar la calidad del vida del barrio cuyo mayor problema es su aislamiento, pero a los vecinos les compensa. "Yo llevo 38 años viviendo aquí. Cuando llegamos, con el pequeño de mis hijos en el tacatá, no había aún luz ni agua en las casas y durante unos días nos apañamos con velas y con cubos de agua, pero teníamos muchas ganas de venirnos" ha señalado el presidente de la asociación, Jesús Gómez, tan amante de su barrio que incluso le ha compuesto un himno en el que califica a Urbanova de "paraíso bajo el sol, la luna y las estrellas".