Dialogar con los hijos, darles consejos y fijarles límites. Estas tres acciones son claves para guiar a los menores y contribuir a educarles en el camino correcto. Eso opina Antonio Ríos, un reputado terapeuta de familia y pareja que en el mes de febrero ha ofrecido a los padres algunos consejos dentro de un ciclo de charlas formativas organizadas por el Ayuntamiento de Alicante.

¿Qué carencias principales existen hoy en los jóvenes?

A nivel material tienen muy pocas carencias. Poseen de todo. Esa es una de las grandes dificultades que tenemos en la actualidad, sobre todo en los niños y los adolescentes. Todos los chavales que tienen 18 años o menos han nacido en una época de bonanza económica y ha sido muy fácil comprarles y otorgarles cosas. Lo que ha habido es una carencia de una educación en voluntad, fortaleza, perseverancia y esfuerzo. Se ha protegido demasiado a los hijos. La gran falta ha sido la ausencia de una educación donde se equilibre un poco todo. Los premios y el refuerzo positivo, pero también la educación en el esfuerzo. Por eso hoy muchos jóvenes tienen una ausencia de habilidades para afrontar las dificultades de la vida.

Habla de sobreprotección.

El modelo que más se da en la crianza de hijos es el sobreprotector. La protección es buena y sana. Es una de las grandes responsabilidades de los padres. Pero una cosa es proteger y otra sobreproteger. Cuando decimos esa palabra, hacemos referencia a evitar las dificultades, el sufrimiento y proteger a los hijos. Sin embargo, lo que conseguimos son chicos y chicas no preparados para afrontar la adversidad. Y eso sí es una consecuencia negativa.

¿Cree que falta mano dura por parte de los padres?

No hablaría tanto de mano dura. En la educación de los hijos hacen falta dos cosas. Amor, respeto, ternura, cariño, refuerzo positivo...; y al mismo tiempo combinar todo eso con las normas y los límites. Los padres deben hacerlo, porque los chavales necesitan que alguien les oriente en la vida.

Es evidente que la juventud ha cambiado su conducta en los últimos años. ¿Cree que la escuela se está adaptando a la nueva realidad?

Está haciendo un esfuerzo muy grande por adaptarse a los cambios, pero aún no ha habido una conexión escuela-familia. En las últimas décadas se ha ido distanciando la relación, de forma que a veces no van sincrónicas en la educación. Falta un cierto respaldo por parte de la familia hacia el docente. Pero también es verdad que el profesorado a veces no facilita mucho la conexión. No obstante, creo que la escuela está haciendo esfuerzos por acercarse a la familia.

¿Cómo están influyendo las nuevas tecnologías en la conducta de los jóvenes?

Partimos de la idea de que son buenas. Lo que hay que aprender es a utilizarlas de manera correcta. Las nuevas tecnologías han producido muchos cambios, sobre todo las redes sociales. Están modificando el sistema de relación de los chicos y chicas. Crean amigos virtuales y a veces no facilitan la creación de amigos reales, que son los que se generan en el tú a tú. Las nuevas tecnologías distraen, son campo de ocio, de socialización, pero no de creación de amigos. El amigo se hace desde lo real. No obstante, creo que son válidas y utilizándolas de manera adecuada, pueden hacer un buen servicio.

A diferencia de otras generaciones, ahora los jóvenes tienen acceso directo a actos violentos tanto en internet como en las vídeoconsolas. ¿Esa agresividad se extrapola después al aula?

La violencia no es fruto solo de jugar a un videojuego. También es la sociedad, la familia, las relaciones sociales o vecinales... Hay un estilo violento de tratarnos, incluso en el tráfico. Esto además se ve favorecido por el nivel de estrés que lleva la sociedad. Y genera violencia, tensión, falta de tolerancia a la frustración... Ahí sí influye que los chavales se pasen muchas horas jugando a vídeojuegos de tipo violento. Hay varias teorías. La del aprendizaje social dice que viendo violencia se aprende violencia. Otra, la de la catarsis, habla de que jugando a juegos violentos te relajas. El fundamento del "paint ball", por ejemplo. Era una de las actividades para ejecutivos y brokers. ¿Qué es lo mejor? Pues depende de cada chaval. A veces jugando a juegos violentos se pueden relajar y a otros les genera tensión. Lo peor es que vean normal la agresividad.

¿La crisis está contribuyendo a que se genere más violencia?

Sin duda. Genera problemas y tensión en las familias. Hay padres en paro, preocupados por su economía y que no llegan a final de mes. Aunque lo queramos contener, hay momentos que te tensionan y hacen que estés más irascible y con disposición menos tolerante a cualquier dificultad que tenga tu hijo. Esto hace que en casa los padres estén más beligerantes, lo que provoca una cadena que hace que los chavales lleguen al colegio con una carga de tensión. Y allí, a la mínima saltan.