La vida es tan frágil y sorprendente que hace que un ordenador destrozado albergue la última voluntad, la última esperanza de que se cumpla un sueño. Y se cumplirá en Galicia gracias a una alicantina que persigue la voluntad de su hija.

Aferrada a un PC destartalado, que fue rescatado entre las astillas del gigante metálico que se estrelló en Santiago, Gracia Vaquera conserva intacta la ilusión de continuar el trabajo de su hija. En ese disco duro aún habita un libro sin publicar -que sería el segundo de Carla G. Vaquera, a título póstumo- y también los planos y los programas con los que edificar una casa de acogida para mujeres maltratadas en A Coruña. «Me he llevado el ordenador, aunque destrozado, espero poder sacar los planos de la casa», explicó Gracia Vaquera tras recoger algunos enseres personales de su hija y nieto. También ha telefoneado a los propietarios para que sigan reservando los terrenos. La casa se hará, asegura.

Ella quiere continuar el trabajo con la Asociación «La mujer es una diosa» que fundó su hija para ayudar a mujeres maltratradas a salir de su prisión diaria en el hogar y ayudarlas a comenzar una nueva vida. También, evitar que los presuntos maltratadores que aterrorizaron la vida de su hija y la suya propia (padre de Carla y ex marido) cobren la indemnización de la joven y su hijo, Jesús Antonio, que falleció con solo 13 años.

Carla G. Vaquera se había dedicado en sus últimos años a rescatar a mujeres españolas de las garras del maltrato a través de un sistema de intercambio de domicilios; una intención con la que iba a desembarcar ahora en Galicia, a donde viajaba para casarse en una boda fechada para el 28 de julio que se hubiera celebrado si la curva de A Grandeira no hubiese torcido su destino. Así lo glosaba en «Crónica» el diario El Mundo, que destacó cómo Carla rescató al menos a cien mujeres gracias a una furgoneta que le cedió el cantante Huecco de forma altruista. Una cadena de apoyos que se extiende visiblemente en las redes sociales.

La vida que Carla dejó en Angrois no había sido un camino de rosas. Es, literalmente, una vida llena de espinas. La mujer, nacida en 1978 en Elche, vivió sus últimos años con traslados continuos: Vizcaya, Cantabria o Cataluña. Todo para huir de un ex marido que, según su madre, incluso trató de disparar una vez contra ella y su hijo. El estigma de los malos tratos le venía ya de tiempo atrás. Su madre cuenta que su exmarido y padre de Carla tenía una orden de alejamiento también por supuestos malos tratos.

En el accidente también falleció el pequeño Jesús Antonio R. G., que había vivido con su madre la recuperación de un cáncer de ovarios. Por eso es más sorprendente la última y trágica noticia. Según la madre de Carla, la autopsia confirmó que estaba embarazada, aunque de pocas semanas. «Su plan era hacer una casa de acogida en A Coruña. Los terrenos y el lugar elegido deben permanecer en máximo secreto para evitar que las mujeres sean localizadas; ahora allí solo hay un terreno, con una casa de madera», explica.

La abogada de Carla, Cristina Hevia, explica que de momento la compañía aseguradora no se ha puesto en contacto con los familiares de las víctimas. Aún así, confía en que las indemnizaciones se hagan llegar a quien corresponde. «Si hay problemas, se resolverán de forma judicial, aunque confiamos en que se solucione favorablemente, porque ya existen sentencias en ese sentido», aseguró Hevia a preguntas de este diario.

Una boda que quedó segada por el tren a tres días

«Soy la pareja de Carla. Muchas gracias a todos por recordar lo buena y maravillosa que era mi gran amor». Con este conmovedor mensaje en el perfil de Facebook, la pareja de Carla agradecía a las personas que escribieron sus condolencias. Es un chico de A Coruña, aún muy afectado por la tragedia, según avanzó la madre de Carla, y que rehusó hablar por el momento. Iban a casarse el día 28. Solo tres días después de la tragedia.

«A mí se me fue todo mi corazón y el alma. Ella era toda mi fuerza y no me hago a la idea de no volver a tocarla y verla entre mis brazos con esa sonrisa que me daba vida. Solo pido que nunca se olvide y que se haga justicia por haberme quitado lo único que me hacía moverme. Espero que haya otra vida y me acompañe siempre. Gracias a todos», concluye el mensaje.

El amor que les unía desde el pasado año fue calificado como excepcional por muchos de sus conocidos. «Desde que se conocieron, no se han separado», comentaba la madre de Carla. «Era el amor de su vida, se puede decir; es el único hombre que la ha hecho feliz», se lamentaba Gracia. «Le acompañaba en todos sus sueños; le hacía volar». «Yo también le quiero mucho; hemos hablado con él...», añadía. «La verdad es que lloramos más que reímos, pero... hemos estado intentando animarnos, entre todos».

¿Cuándo fue la última vez que vio a su hija y nieto?

Yo los llevé a la estación y los despedí en Torrevieja. Me volví a casa y les llamaba de vez en cuando... Le mandaba whatsapp. Enseguida una amiga de ella me preguntó: ¿Iba Carla en ese tren? Estuve llamando toda la noche. Pensé que estarían heridos, pero vivos. Ya al día siguiente y harta de llamar a todos lados, me dijeron que no aparecían. Hasta que llegué.

¿A qué se aferra en estos durísimos momentos?

A la fuerza de mi hija; y en mi nieto, que también era un niño muy valiente y siempre estuvo con su madre.

La vida de su nieto tampoco ha sido fácil.

El niño era muy mayor para su edad. Cuando ella pasó un cáncer de ovarios él la cuidaba. Es un niño de los que hay poquitos. Todo el mundo pensaba que tenía 16 años. Ellos se reían; eran maravillosos. Me hacían llorar a mí de risa.

Su sueño ahora es continuar con el de ella...

Lo que me tengan que dar a mí va a ser para su sueño, para luchar por su asociación y la casa de acogida. Ella ha hecho mucho por las mujeres y yo quiero que el trabajo siga, que no se pierda.