Para el seguimiento de los pacientes con un alto riesgo de sufrir un cáncer hereditario, y en general para detectar esta enfermedad, es fundamental el diagnóstico por imagen. La mamografía es la prueba más básica y la más habitual a la hora de detectar un cáncer de mama. «La limitación de esta prueba es que muestra lo que puede ser un tumor, pero no es suficiente para comprobar si éste es maligno o benigno», explica Marifé Lorente, radióloga del Hospital de Sant Joan. Para ver estas lesiones más en profundidad «se emplea una ecografía», un sistema que funciona a través de ultrasonidos, con la ventaja «de que se radia menos a la paciente, algo muy a tener en cuanta en caso de pacientes jóvenes o que ya han sido sometidas a tratamientos de radioterapia o quimioterapia».
En caso de que estas pruebas no sean concluyentes para determinar la naturaleza de la lesión, «se recurre a la resonancia magnética». El Hospital de Sant Joan dispone desde hace poco menos de un año de la primera resonancia instalada en un hospital público de la provincia. «Gracias a que la tenemos aquí podemos centralizar todas las pruebas, sin tener que derivar al paciente a otros centros, lo que podría suponer una ruptura en su seguimiento y una posible duplicidad de pruebas».
