«Erase una vez un pirata que se llamaba Calavera. Tenía una larga barba roja, un sombrero pirata con una larga pluma, una espada, un parche, un pendiente y un loro que se llamaba Juanito, al que le encantaba comer palomitas de maíz». Es el primer párrafo del cuento «El pirata Calavera y el monstruo marino», inventado por alumnos de 4 años del colegio Prácticas La Aneja. Así comenzó ayer «Alacant narra», un proyecto pionero en la ciudad consistente en que estudiantes de cuatro y cinco años dejan volar su imaginación y crean cuentos que luego un grupo de voluntarios se encarga de representar en público.

Los colegios públicos La Aneja, El Palmeral, Mora Puchol y Nuestra Señora de la Paz participan en esta iniciativa, en la que los pequeños elaboran un cuento entre todos y con ayuda de sus maestras, cuatro en valenciano y otros cuatro en castellano.

Una vez creadas las historias, los niños se las cuentan a una serie de voluntarios que participan en la actividad, los cuales ensayan y adaptan los cuentos, y se encargan de representarlos. Los jardines del centro social Felicidad Sánchez acogieron ayer el evento, al que asistieron más de doscientas personas.

El objetivo principal de esta actividad es crear una cadena de regalos. De este modo, «los niños inventan un cuento que regalan a los voluntarios,los cuales los interpretan ante un público al que le hacen el regalo y cada persona que luego vaya contando los cuentos hará que la cadena de regalos no se rompa. Es el regalar una parte de ti», explica Marga Rivera, profesora de La Aneja.

Más de 30 voluntarios se han volcado en los últimos meses en «Alacant narra», vecinos de todas las edades que no tienen que estar vinculados a los colegios, lo cual hace que la actividad se extienda y pueda ser conocida por más número de personas.

El proyecto es el primero de la asociación Alacant per la infància (APLI), formada por tres maestras, Elena Benítez, Miriam Mejías y Marga Rivera, que creen en la transformación de la sociedad «a través de la herramienta más poderosa que conocemos: la educación, y dónde mejor que empezar que en las escuelas».

Inspiradas por su viaje de formación en las escuelas de Reggio Emilia (Italia), descubren una ciudad en la que todos se implican en las actividades de las escuelas, las cuales están abiertas a la ciudadanía, llegando así a todos los sectores de la sociedad y no solamente a las familias vinculadas a la escuela.

Tras volver de su viaje decidieron crear APLI y poner en marcha una serie de proyectos vinculados con la infancia y con el sueño de que Alicante llegue al ser conocida como la ciudad de los niños. Y su primera actividad vio ayer la luz con éxito.