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El Instituto del Agua propone «microembalses» para aprovechar parte de la riada

El director de la entidad, Joaquín Melgarejo, critica la falta de un mantenimiento adecuado del Segura, los canales del trasvase y los barrancos

Vista aérea de la zona inundada en San Fulgencio desde el helicóptero de la Guardia Civil. áxel álvarez

Microembalses con capacidad para conseguir almacenar dos o tres hectómetros cúbicos, recrecimiento de El Hondo o, incluso, construir una central de bombeo con sus tuberías para llevar el agua hasta el embalse de la Pedrera y, sobre todo, intensificar la limpieza del Segura, un río que en su tramo final, en la Vega Baja, discurre sobre el lecho de lo que en su día fue una marisma en la que a dos metros de profundidad hoy encuentras agua del mar, según recordó ayer Joaquín Melgarejo, director del Instituto del Agua de la Universidad de Alicante.

Un río en el que, además, prácticamente ha desaparecido la pendiente en el cauce por la acumulación de los lodos que la Confederación Hidrográfica del Segura no retira puntualmente. Estas son algunas de las medidas que los expertos del Instituto del Agua de la Universidad de Alicante, el Instituto Interuniversitario de Geografía y el Laboratorio de Climatología plantean para mitigar los efectos de la gota fría en la comarca, tras dejar claro que una tromba torrencial extraordinaria de 2.800 hm³ como la que cayó la semana pasada entre Cieza y Guardamar es imposible de regular.

«Desgraciadamente estamos valorando una cruel tormenta perfecta en la que, además, todo salió mal y donde se ha visto que, a pesar de la virulencia de las lluvias, hay muchas cosas que solucionar. Entre otras, y aunque parezca menor, el que los ciudadanos tengamos aseguradas nuestras tierras y viviendas», subrayó ayer Joaquín Melgarejo, director del Instituto del Agua y las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante.

Melgarejo lamentó, por otro lado, que hoy en día no se puedan realizar actuaciones como la que, por ejemplo, se planteó a finales de los años 60 del siglo XX, cuando «se apostó por convertir la Laguna de la Mata -hoy parque natural protegido- en un embalse. Idea que se abortó cuando se aprobó el trasvase Tajo-Segura».

Melgarejo apuesta ahora por «la construcción de microembalses que ayuden a retener agua y aprovechar así las lluvias para combatir el verdadero problema estructural de la provincia de Alicante, que no es otro que la sequía».

El director del Instituto del Agua exigió, por otro lado, el «mantenimiento adecuado del río Segura y de los propios canales del trasvase Tajo-Segura. Se ha demostrado que no existe, y en ello influyen factores externos como las denuncias que llevaron al banquillo hace diez años a los técnicos que firmaban estas limpiezas de cañas y barros, por presuntos delitos ambientales. Al final, todos fueron absueltos pero la prevención posterior quedó ahí».

Un ejemplo claro de la deficiente limpieza de los barrancos se encuentra en Alicante, en concreto en el barranco de Agua Amarga, entre la EUIPO y la fábrica de Aludium. Un barranco que presenta siempre una gran cantidad de vegetación natural, acompañada de cañas. El problema es que la Confederación Hidrográfica del Júcar no lo tiene nunca a punto y cuando el Ayuntamiento de Alicante plantea su limpieza, ya que también es de su responsabilidad, la CHJ lo bloquea desde el punto de vista administrativo. Incluso ha habido ocasiones en las que la propia Aludium, empresa privada, ha ofrecido asumir la licencia y también se le ha puesto pegas.

Por otro lado, Antonio Rico, director del Instituto Interuniversitario de Geografía, advirtió ayer, en este sentido, de que «cuando una gota fría tan fuerte cae aguas abajo de Murcia y Orihuela resulta imposible regular toda esa cantidad de lluvia y, desgraciadamente, en la Vega Baja no hay espacio para construir un embalse. Se podría plantear una central de bombeo con sus tuberías desde el Segura al embalse de la Pedrera pero para ello se necesita un presupuesto económico extraordinario». Rico apuntó, no obstante, que «quizá pueda parecer una locura una inversión millonaria para utilizarla ocho días al año cada diez años, pero la crisis climática está ahí con el cambio en la forma de llover».

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la UA, incidió por su parte en que «estamos ante un episodio de lluvias torrenciales extraordinario imposible de regular y, además, se trata de un caudal cargado de sedimentos. Buena para fertilizar campos y crear playas cuando el agua sale por la desembocadura». Olcina sí es partidario de crear infraestructuras como depósitos para recoger agua de lluvia e infraestructuras como las que se han hecho en Alicante, con el parque inundable de la playa de San Juan y el anticontaminación de San Gabriel.

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