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Actividades de los residentes de Santa Faz con discapacidad psíquica y alumnos del IES Cabo de la Huerta.Pilar Cortés

Adolescentes abiertos a la discapacidad

Alumnos del IES Cabo de la Huerta descubren los valores de la amistad con discapacitados psíquicos

A Inés García, estudiante de primero de Bachillerato en el Instituto Cabo de la Huerta, ya no le produce rechazo ver cómo se le cae la baba a una persona discapacitada. «Me da igual que me den un beso y me dejen un poco de baba. Me ha cambiado mucho poder acercarme a ellos. Son exactamente como nosotros y desprenden muchísima ternura», explica al término de una de las actividades lúdico-deportivas que comparten, durante toda la semana, en el centro educativo con una treintena de residentes discapacitados psíquicos del centro Santa Faz, a doscientos metros del instituto.

«Estamos haciendo amigos. No es tanto el hecho de jugar sino más bien de compartir vivencias y socializar con personas que no tienen tus problemas. Te enseñan a disfrutar del momento y me siento una privilegiada por vivir esta experiencia», añade Inés, que se va más que satisfecha a clase tras haberse ganado la confianza de David, con síndrome de Down y muy reacio a participar en un principio.

«Le daba miedo acercarse, decía que solo quería ver de lejos lo que hacíamos y poco a poco, hablando con su monitora y dirigiéndome también a él , como en una charla de café, hemos entablado conversación y ha acabado levantándose él solo sin necesidad de pedírselo de nuevo».

Han practicado el emparejamiento para jugar al pañuelo, al pelotón, a una variante del juego de las sillas saltando piedras, a apilar cubos creando una torre gigante entre todos, y a hacer pasarelas de toallas por las que pasaban pelotas mientras suena la música.

Se trata de poner en práctica mediante actividades artísticas y deportivas lo que llevan trabajando en las clases de Educación Física los dos últimos meses 140 alumnos de cuarto de Secundaria y de primero y segundo de Bachillerato, de la mano de la profesora Maribel Coy. «En las clases damos prioridad a la educación en valores porque existe cierta carencia en la sociedad actual, se está perdiendo la humanidad y este tipo de actividades acercan a la reflexión grupal de que cuando rechazamos algo es porque prejuzgamos por desconocimiento. Se trata de romper las barreras sociales hacia la discapacidad física y la discapacidad psíquica», abunda la profesora.

Reflejo

«Sinceramente me llenan mucho. Hacen que nos analicemos como personas mirando a la cara a gente en la que tenemos que vernos reflejados. Hacen todas las actividades sin ningún problema cuando nosotros vemos más impedimentos de entrada. Ellos no, están felices y lo trasmiten». A Patricia Guirado, otra de las estudiantes del Instituto Cabo de la Huerta, la convivencia con los residentes del Centro de Atención a las personas con discapacidad psíquica y Centro de Día Santa Faz, incluso le ha ratificado plenamente en su intención previa de estudiar la carrera de Magisterio en la especialidad de Educación Especial. «Me ha ayudado a asegurar mi vocación. Lo veía como una oportunidad y me está gustando muchísimo», corrobora al término de otra de las actividades.

Hoy está previsto que compartan vivencias a través de la petanca y el juego de la soga-tira; mañana se implicarán otro par de horas, en las que los estudiantes bailarán y los residentes harán una batucada, para dar por finalizadas estas intensas jornadas de inmersión social en la inclusión con un aperitivo y baile libre el viernes.

«Al trabajar la inclusión, los jóvenes adquieren los roles de que en la lucha de los deseos y la intención de disfrutar estamos de igual a igual. Resulta muy enriquecedor porque lo que están viviendo a lo largo de esta semana no se lee en ningún libro», apunta la profesora. «Son experiencias de formación que quedan para toda la vida y que nos enseñan a vivir nuestro presente de otra manera», explica Maribel Coy, que agradece la colaboración de la dirección y del profesorado para la puesta en práctica de las actividades. «Cuando salgamos a recoger basura a la playa iremos con nuestros nuevos amigos», concluye, y varias alumnas proponen hacer voluntariado en la Residencia de personas con discapacidad.

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