Desde hace días, cuando anochece, la plaza de Gabriel Miró se cubre de charcos que han puesto en alerta a vecinos y usuarios de uno de los lugares con más personalidad de toda la ciudad, sobre todo por el riesgo para personas mayores o con movilidad reducida. Esta situación, según aseguran habituales de la zona, se repite desde hace algún tiempo, coincidiendo en el tiempo con la restauración de la fuente de «La Aguadora» que finalizó a finales del pasado año después de dos meses de trabajo.

Los vecinos alertan del peligro que ocasionan las acumulaciones de agua, de un origen por ahora desconocido para ellos, que suelen originarse en el entorno de la fuente, pero que se extienden hasta las proximidades de la calle San Fernando. A esa llamada a la precaución ante posibles resbalones (al margen del posible uso discutible de ese agua) también se suma Compromís,a través de su portavoz, Natxo Bellido, quien destaca la presencia de esos charcos sin explicación: «Vemos que cada noche se provoca un problema de encharcamiento de la plaza desde la fuente hasta la calle San Fernando, y no conocemos que se haya tomado ninguna medida para conocer la causa de esta nueva problemática o de las acciones a realizar para poner soluciones. Instamos al concejal responsable a explicar que está sucediendo, esclarecer si tiene que ver con la restauración de la fuente de 'La Aguadora', y qué medidas va a tomar para atajar este problema».

Desde la Concejalía de Medio Ambiente, por su parte, aseguraron ayer que técnicos revisarán hoy la fuente para poder detectar el origen del problema que genera los charcos. A priori, según señalaron, descartan que tenga relación con el riego a goteo de la zona verde que «envuelve» a «La Aguadora» ni tampoco con el agua de la fuente.

Los trabajos sobre la fuente buscaban subsanar los daños del monumento, como la suciedad ambiental superficial, la formación de costras calcáreas y de sales solubles, el ataque de microorganismos y biodeterioro, las microfisuras y grietas estructurales en la superficie, las pérdidas de material de mortero y de pintura y la pérdida y desadherencia de la capa de pintura que recubre el plato de la fuente. La fuente y la zona ajardinada estuvieron meses vallada a la espera de una actuación de dos meses.