La contaminación del aire urbano en la ciudad de Alicante cae casi la mitad (un 45%) hasta octubre, aunque repunta tras el verano. Los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en la capital alicantina está en mejor situación que la media nacional, bajando un 63% durante el primer estado de alarma respecto a los valores medios de la década anterior. Este descenso se redujo al 31% en verano (21 de junio a 31 de agosto) y se ha mantenido en un 32% durante el otoño (septiembre y octubre).

El informe de Ecologistas en Acción ‘Efectos de la crisis de la COVID-19 sobre la calidad del aire urbano en España’, elaborado a partir de mediciones oficiales en 26 ciudades, concluye que la reducción drástica del tráfico ha provocado una mejora sin precedentes de la calidad del aire en las ciudades españolas, muy por debajo de los límites legales y las recomendaciones de la OMS, pero advierte de que estas mejoras pueden revertirse rápidamente con la vuelta a la actividad económica habitual.

El trabajo analiza los datos oficiales de dióxido de nitrógeno (NO2) recogidos en 129 estaciones de medición, repartidas entre las 26 principales ciudades del país (todas las mayores de 150.000 habitantes con más de una estación), entre marzo y octubre de 2020 y de los diez años anteriores. Muestra, por tanto, el efecto del confinamiento en la calidad del aire urbano, y la evolución de esta a lo largo de las diferentes fases de la desescalada y la “nueva normalidad”.

Entre sus principales conclusiones destacan que los niveles de contaminación atmosférica por NO2 en el conjunto de las ciudades estudiadas son un 38% inferiores en los ocho meses que van de marzo a octubre de 2020 que en la media de los meses equivalentes en la década anterior (2010 a 2019). En la ciudad de Alicante, la cifra mejora hasta el 45%. La reducción es generalizada para todas las ciudades, aunque oscila entre el 23% de Cádiz y Málaga y el casi 50 % de ciudades como Oviedo, Burgos, València, Castellón, Santander y A Coruña. En Madrid y Barcelona el descenso de las concentraciones de NO2 es del 39 y 37%, respectivamente, mientras que Sevilla muestra una reducción del 31%.

Gráfico de la ciudad de Alicante

Tras la declaración del primer estado de alarma, el 14 de marzo, se produjo una reducción drástica de los niveles de contaminación atmosférica por NO2 en las principales ciudades españolas. La reducción fue notable en estas fechas (14 de marzo a 20 de junio), cuantificada en hasta un 52% (un 63% en Alicante) respecto al mismo periodo de la última década. Los niveles de NO2 registrados durante el primer estado de alarma son los más bajos para los meses de marzo, abril, mayo y junio de la última década en todas las ciudades analizadas. Se mantienen además muy por debajo del valor límite legal, incluso en las estaciones orientadas al tráfico donde se superan estos umbrales con frecuencia.

Con el fin del primer estado de alarma y el inicio del verano, el 21 de junio, empiezan a verse más diferencias entre ciudades, que podrían estar motivadas por los distintos ritmos de vuelta a la actividad habitual según los sectores predominantes. Esta conclusión viene reforzada por la vuelta a niveles parecidos a los habituales (solo un 15% inferiores a la media) en las ciudades andaluzas y de la Comunidad Valenciana (con la excepción de Alicante, que se mantiene en el 31%), que tienen un fuerte sector turístico. Para otras ciudades como las gallegas o como Palma (dependiente de un turismo extranjero que apenas ha existido este año), la diferencia con la media de los años anteriores es del 40%. En el conjunto de las ciudades estudiadas, en verano de 2020 los niveles de NO2 fueron un 28% inferiores a los de la década anterior.

Por otro lado, la reducción total de la contaminación en septiembre y octubre es del 29% respecto a la década anterior, un 32% en Alicante. El uso de un periodo de estudio de ocho meses permite descontar el efecto de la meteorología y da robustez a las conclusiones: aunque en casos puntuales, como en el este y sur de la Península durante la primavera, la meteorología pueda haber contribuido a rebajar los niveles de contaminación, la extensión espacial y temporal de estas reducciones apunta a la reducción de las emisiones de transporte e industria como el factor decisivo, según el informe de Ecologistas.

Efectos del NO2

El dióxido de nitrógeno (NO2), tal y como señalan, es el contaminante típico emitido por los tubos de escape de los automóviles (además de por las calderas industriales y domésticas), por lo que su evolución está directamente ligada a las emisiones del tráfico motorizado. Es esta su principal fuente en las ciudades y el principal factor que influye en la calidad del aire urbano.

El NO2 provoca cada año en España alrededor de 6.000 muertes prematuras, según el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Europea de Medio Ambiente (datos del último año disponible, 2018). Es un gas irritante que agrava las enfermedades respiratorias y merma la resistencia a las infecciones. Diversos estudios están relacionando la mortalidad de la enfermedad COVID-19 con la contaminación atmosférica. "La crisis de la Covid-19 demuestra que la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación del aire en las ciudades", añaden desde la entidad ecologista.

"El final del periodo más agudo de la crisis no puede llevar a una vuelta a la normalidad en lo que a movilidad se refiere, y mucho menos a un aumento del uso del vehículo motorizado privado en detrimento de formas de movilidad más sostenibles, como parece indicar el aumento de los índices de tráfico para casi todas las ciudades, en los últimos meses", según añaden.

En definitiva, "esta dramática situación creada por la COVID-19 viene a corroborar algo en lo que viene insistiendo Ecologistas en Acción y toda la comunidad científica: que la reducción del tráfico motorizado en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez supone una importante mejora de la salud pública".

Durante la desescalada que siguió al primer estado de alarma se establecieron algunas medidas beneficiosas para la salud y el bienestar general, como la ejecución de carriles bici y carriles bus en algunas ciudades, prosiguen desde Ecologistas, que considera que "esa política no ha sido generalizada e impulsada con decisión por las instituciones". "La infundada percepción del transporte público como un lugar no seguro debe contrarrestarse mediante el refuerzo de las líneas de autobús, metro y cercanías ferroviarias, procurando tasas de ocupación razonables. La viabilidad del transporte colectivo debe asegurarse asimismo mediante una ley de financiación", apuntan.

Para evitar la vuelta a patrones de movilidad insostenibles, Ecologistas en Acción propone que "en la nueva normalidad se establezcan y consoliden buenas prácticas como la compra de proximidad, el teletrabajo voluntario, la administración electrónica o el escalonamiento de horarios laborales". Además, según la entidad, "debe potenciarse la movilidad activa peatonal y ciclista, cediendo más espacio para estos medios y estableciendo el límite de velocidad urbana en 30 kilómetros por hora, como primer paso hacia la implantación de zonas de bajas emisiones ambiciosas en todas las ciudades mayores de 100.000 habitantes".