Marga Miralles dio a luz por primera vez el pasado mes de noviembre tras vivir un embarazo en plena pandemia marcado por la inseguridad y el miedo. «Las 12 horas que duró mi parto fueron inhumanas, no sentí que importara dentro del paritorio». Pensó que con el nacimiento vendría la calma al tener a su bebé en brazos, sano y salvo, pero sus sentimientos no hicieron más que crecer hasta el punto de no sentirse «buena madre» al experimentar tristeza. Esto se conoce como depresión posparto y el coronavirus ha traído un aumento en el número de mujeres que la padecen.

La transición hacia la maternidad es un proceso altamente complejo en el que el cuerpo y la mente de la mujer deben afrontar retos, sentimientos y situaciones desconocidas, e incluso inciertas. La actual pandemia causada por el covid ha agravado aún más esta situación de vulnerabilidad, porque las gestantes y las puérperas tienen que lidiar con un factor impredecible que ha puesto en riesgo la salud mental. Es por ello que los profesionales de este último campo han notando un aumento significativo de los síntomas depresivos, ansiosos y de estrés postraumático en embarazadas y mujeres que han dado a luz recientemente. «Sabemos que el período perinatal es un momento en el que las mujeres son particularmente vulnerables a las preocupaciones por la salud mental, pero la pandemia está agravando aún más estos sentimientos debido a que entra en juego la preocupación por el virus y tu bebé», señalan.

Además, los expertos afirman que estas situaciones de estrés y depresión pueden verse desencadenadas por un parto traumático en el que las mujeres hayan experimentado un violencia obstétrica. O lo que es lo mismo, cuando se han despreciado las necesidades emocionales de la madre. Este es el caso de Marga Miralles, quien afirma que durante las horas que estuvo ingresada sintió que no la atendieron con la empatía y el cariño que necesitan las gestantes en esos momentos. «Me decían con malas palabras que me pusiera bien la mascarilla, pero no me preguntaban cómo me sentía. Estuve sola durante mi parto y mi marido también tenía derecho a estar ahí», afirma. Además , la madre afirma que el trato deshumanizado que recibió todavía lo recuerda. «Entiendo perfectamente la situación sanitaria en la que estamos, entiendo que nuestros médicos y enfermeros están hasta arriba pero yo sólo necesitaba saber que iba todo bien porque me sentí sola», cuenta.

Durante los últimos meses los centros hospitalarios se han visto en la obligación de ajustar sus protocolos de atención a la maternidad para evitar la propagación de la pandemia. Asimismo, algunas de las medidas de contención que se han impuesto, como la prohibición de que la pareja esté presente durante el parto o el aislamiento del resto de la familia, han afectado negativamente a la salud mental de las embarazadas.

Cuando por fin tuvo a su hijo en brazos, Marga Miralles cuenta que no sintió la alegría que ella pensaba que iba a vivir porque «estaba más preocupada por no infectar a mi hijo que por disfrutar de él», señala. Estas sensaciones se agravaron cuando al llegar a casa se enfrentó, en soledad, a una maternidad marcada por el covid. «Durante las primeras semanas tuve la ayuda de mi marido, pero cuando tuvo que marcharse a trabajar se me cayó el mundo, mi bebé lloraba y yo me sentía mala madre porque no sabía qué hacer. El covid estaba ahí y me daba miedo que alguien que no fueran sus padres estuviera con mi hijo», cuenta la madre.

El posparto es uno de los momentos más vulnerables emocionalmente para una mujer, y la soledad que impone la nueva normalidad puede agravar la situación. Según Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, las madres que han dado a luz recientemente necesitan, «además de la pareja, la compañía y ayuda de otras madres expertas: la propia madre, las tías o abuelas, y las amigas, especialmente con hijos pequeños». Además, la experta señala que «la soledad es un factor de riesgo para la depresión materna en el posparto, un momento en el que la mujer debe estar bien acompañada».

Todo cambió cuando Marga Miralles comenzó a compartir sus sentimientos con las mujeres que tenía cerca. «Un día pude verbalizar que necesitaba estar sola un rato para poder ducharme en condiciones, me sentí mal al principio, pero gracias a mi madre entendí que todas habían pasado por estas sensaciones».

Ahora Marga es capaz de contar su historia y de verbalizar todo lo que le ha ocurrido durante estos duros meses y lanza el siguiente mensaje: «he leído que la atención que recibí en el hospital no ha sido algo puntual en mi caso, por lo que me gustaría que los sanitarios que no sean conscientes tuvieran un poco de empatía ante el miedo y la angustia que se siente al dar a luz por primera vez».

Loreto Esclapez | Psicóloga Especialista en Intervención y Terapia Familiar

«No estamos hechas para criar y parir solas»

¿Qué supone psicológicamente dar a luz en una situación sanitaria como la que estamos viviendo?

En estos momentos muchas madres y mujeres embarazadas se sienten solas ante la maternidad y la soledad es un factor que puede provocar depresión posparto. No estamos hechas para criar y parir solas. Los partos no están teniendo la atención que necesitan, algo que es compresible pero que no justifica la violencia obstétrica a la que en muchos casos están sometidas. La empatía es la mejor forma de terminar con estas situaciones tan deshumanizadas.

¿Cuál es la consecuencia de la crisis del covid en atención al parto?

Nos encontramos con dos caballos de batalla, el primero tiene que ver con la atención poco humanizada que están recibiendo las embarazadas durante el parto debido a la saturación sanitaria. El segundo es la sintomatología depresiva en los sanitarios de la Comunidad Valenciana ya que en muchos casos no están cubriendo sus necesidades básicas, como dormir o comer bien.

¿Cómo podemos ayudar a las madres recientes que tenemos cerca en tiempos de covid?

Debemos prestar más atención a la mamá que al bebé, si la madre está bien el bebé también lo estará. Cuando damos a luz nos sentimos secundarias porque en ocasiones nadie te pregunta cómo estás. La mejor forma es ayudándola con las tareas del hogar, quitarle trabajo para que pueda respirar.

La madre se ha visto sola dando a luz pero ¿cómo afecta psicológicamente al padre?

Muchas veces nos olvidamos de que existe la paternidad y la maternidad, pese a que cada uno tiene un papel biológico, debemos implicar a los dos en el embarazo, parto, posparto y crianza. El padre es un pilar fundamental para el bienestar de la madre, y con él el bienestar del bebé.

¿Qué mensaje lanzaría a las mujeres que han pasado, o están pasando, por esto?

Primero debemos contemplar todos los escenarios de parto posibles, además de pedir ayuda cuando la necesitemos. Olvidarnos del «no puedo sentirme triste, debo estar contenta» porque nos han vendido una maternidad idealizada. Estamos ante una transformación de identidad y solo nos preparan físicamente, pero no mentalmente.