Alicante y Valencia lideran el aumento de muertes en las dos primeras semanas del año en relación al mismo periodo de 2020, según refleja el estudio que comenzó a realizar el Instituto Nacional de Estadística (INE) con motivo de la pandemia de coronavirus y que continúa en marcha en 2021. En estos días iniciales del ejercicio han fallecido 1.166 personas en la provincia alicantina y 1.692 en la valenciana, lo que implica incrementos respectivos del 73,2% y el 80,58% sobre las cifras del comienzo del año pasado, cuando todavía no se había desatado la crisis sanitaria. Ninguna otra demarcación en España alcanza estos niveles.

Los datos no son más que un reflejo del impacto que está teniendo esta tercera ola de la pandemia en la Comunidad Valenciana, que ha terminado por ser la autonomía con la incidencia del virus más elevada de todo el país. Hay que tener en cuenta además, en este sentido, que el estudio del INE únicamente comprende el periodo entre el 28 de diciembre y el 11 de enero, dado que se realiza comparando semanas naturales. Por ello, es probable que en las próximas semanas aún se incremente más la diferencia con los decesos del inicio de 2020, dado el gran número de víctimas mortales que está provocando el coronavirus tanto en la provincia de Alicante como en la de Valencia a lo largo de este enero.

Lo que está sucediendo estas semanas en las demarcaciones meridional y central de la Comunidad Valenciana no tiene parangón en ningún otro lugar de España. La mortalidad está siendo superior a la del comienzo del año pasado en una gran mayoría de territorios, aunque con las llamativas de Barcelona, Cantabria, Burgos, Lugo, Las Palmas y León, pero ni siquiera los aumentos de fallecidos más fuertes se acercan a los de Valencia y Alicante: Toledo, Palencia y Ciudad Real son las provincias más castigadas, con un 54,22%, 52,52% y 40,18% más de decesos, respectivamente. Además, el número absoluto de óbitos es muy elevado, dada la población de Valencia y Alicante.

De hecho, en las dos demarcaciones se están registrando cifras de fallecidos que superan las de los peores momentos de la primera ola de la crisis sanitaria. Así, en Alicante el dato más alto hasta ahora eran las 506 muertes acaecidas entre el 23 y el 29 de marzo del año pasado; en cambio, del 28 de diciembre al 3 de enero se produjeron 512, y 654 la semana siguiente. En Valencia se ha repetido la misma pauta: el máximo eran los 673 decesos ocurridos en la misma semana del 23 al 29 de marzo de 2020, mientras que este año comenzó con 767 fallecidos, y a la semana siguiente se registraron 925 más. En cambio, la provincia de Castellón ha quedado un tanto al margen de esta situación; han aumentado también los decesos, pero en una proporción mucho más moderada del 17,81%. En las dos primeras del año ha habido 265 muertes.

Por edades, se observa claramente cómo el incremento de la mortalidad se ha cebado con las personas más mayores. En la provincia de Alicante han fallecido 142 personas más que superaban los 90 años que al comienzo del ejercicio pasado, mientras que en la de Valencia la diferencia ha sido todavía más abultada, ya que han muerto 218 personas más por encima de los 90 años que en las semanas iniciales de 2020.

Según los datos que ha ido dando a conocer la Conselleria de Sanidad, entre el 28 de diciembre y el 10 de enero fallecieron por causa directa del coronavirus en la provincia 155 personas, lo que quiere decir poco más del 13% de las muertes que el INE señala que se produjeron en esos días. Pese a que a priori ese porcentaje pudiera parecer poco significativo, es indudable que la pandemia de covid-19 es la principal causa por la que se ha disparado la mortalidad en los últimos meses. Al comienzo de la crisis sanitaria podía achacarse esa disparidad entre las muertes directas por coronavirus y el total de defunciones al limitado número de diagnósticos de entonces, pero con el tiempo han podido irse incrementado los decesos que, sin tener en última instancia al virus como causa directa, sí han venido condicionados por él de alguna forma.

En este sentido, cabe recordar que la crisis ha paralizado o ralentizado la actividad sanitaria tal y como se realizaba hasta marzo de 2020, con el aplazamiento de todo tipo de pruebas, la saturación de la Atención Primaria y el miedo casi irracional de muchas personas a acudir a los hospitales y centros de salud por el temor a contagiarse, incluso ante situaciones de urgencia. Así, es presumible que buena parte de los fallecimientos registrados hayan venido condicionados por estas circunstancias. Y a eso aún hay que sumar factores externos como el del envejecimiento demográfico, que ya ha venido provocando en los últimos años un progresivo aumento en el número de muertes, aunque en ningún caso había sido tan elevado como el registrado desde marzo de 2020.

Apenas un 13% de fallecidos directos por covid

Según los datos que ha ido dando a conocer la Conselleria de Sanidad, entre el 28 de diciembre y el 10 de enero fallecieron por causa directa del coronavirus en la provincia 155 personas, lo que quiere decir poco más del 13% de las muertes que el INE señala que se produjeron en esos días. Pese a que a priori ese porcentaje pudiera parecer poco significativo, es indudable que la pandemia de covid-19 es la principal causa por la que se ha disparado la mortalidad en los últimos meses. Al comienzo de la crisis sanitaria podía achacarse esa disparidad entre las muertes directas por coronavirus y el total de defunciones al limitado número de diagnósticos de entonces, pero con el tiempo han podido irse incrementado los decesos que, sin tener en última instancia al virus como causa directa, sí han venido condicionados por él de alguna forma.

En este sentido, cabe recordar que la crisis ha paralizado o ralentizado la actividad sanitaria tal y como se realizaba hasta marzo de 2020, con el aplazamiento de todo tipo de pruebas, la saturación de la Atención Primaria y el miedo casi irracional de muchas personas a acudir a los hospitales y centros de salud por el temor a contagiarse, incluso ante situaciones de urgencia. Así, es presumible que buena parte de los fallecimientos registrados hayan venido condicionados por estas circunstancias. Y a eso aún hay que sumar factores externos como el del envejecimiento demográfico, que ya ha venido provocando en los últimos años un progresivo aumento en el número de muertes, aunque en ningún caso había sido tan elevado como el registrado desde marzo de 2020.