«A mí me gusta ser ladrón. Yo no jugaba de niño a policías y ladrones; yo jugaba a ladrones». Así de explícito se mostraba Ángel Suárez Flores, alias Cásper, ante un agente tras una de sus detenciones por la Policía Nacional en la provincia de Alicante en la década de los 90 como líder de la mayor banda de butroneros del país, que luego diversificó su actividad criminal a otros delitos que le llevaron a prisión. En junio de 2016 fue condenado a 89 años de cárcel como máximo responsable de una organización dedicada a robar droga a otros narcos de forma violenta y desde su encarcelamiento en mayo de 2011 no había salido hasta el pasado enero. Consiguió la libertad condicional por razones humanitarias debido a un linfoma y hace una semana falleció a los 61 años en un hospital de Madrid.

La banda de Cásper, bautizado así por su parecido con el fantasma de los dibujos y las dificultades de sorprenderlo con las manos en la masa – «era muy listo»–, en palabras de un policía que le investigó-, saltó a la fama sobre todo por el robo de obras de arte en casa de la empresaria Esther Koplowitz en Madrid y el intento de asesinato del abogado Emilio Rodríguez Menéndez, del que salió absuelto y al que luego contrató para su defensa o de algún miembros de la organización. Sin embargo, en la década de los años 90 llegó a quitarle el sueño a los policías de Alicante especializados en delincuencia organizada y a sus colegas de otras provincias donde el grupo iba desvalijando bancos y joyerías por el procedimiento del butrón. Veteranos de la Policía de Alicante ya jubilados recuerdan que en esa época no había otros delincuentes tan profesionales como ellos dedicados a reventar cámaras acorazadas de bancos para desvalijar la cajas de seguridad de los clientes.

«Eran los ladrones de banco más importantes de Europa. Y sin emplear la violencia, se han llevado lo que no está escrito», afirman con rotundidad dos policías que siguieron su pista en la provincia y participaron en dos detenciones realizadas en los 90, una en El Campello y otra en Benidorm. A pesar de su larga carrera criminal, este escurridizo ladrón, originario de un pueblo de Burgos, apenas fue detenido en cinco ocasiones y dos de ellas en la provincia de Alicante. «Le gustaba mucho esta zona e incluso compró un apartamento frente al puerto de El Campello, donde también tenía una lancha», afirma un policía. Usaban lanzas térmicas con cabeza adiamantadas para acceder a las cámaras acorazadas y «eran muy finos» haciendo su trabajo e inutilizando alarmas.

La Policía vinculó a la banda de Ángel Suárez con varios butrones cometidos en bancos y joyerías de la provincia de Alicante, entre ellos dos asaltos en la capital alicantina y uno frustrado en una sucursal del BBVA en Elche. Tras este robo frustrado, cometido en diciembre de 1996, fue cuando la Policía detuvo a varios miembros de la banda, incluido Cásper, tras una investigación que les condujo hasta Altea.

La pista de las llaves

Los investigadores localizaron una furgoneta usada por los ladrones para realizar labores de vigilancia frente a la sucursal ilicitana del BBVA y acabaron localizando y deteniendo a la persona que la había comprado de segunda mano en Alicante. Aunque la Policía ya sospecha que Cásper era el cerebro de este asalto, este detenido no derrotó a sus cómplices. Sin embargo, tenía varias llaves y en una de ellas aparecía el nombre de una urbanización. Comenzaron a llamar a comisarías de la provincia y policías locales de las zonas turísticas y así averiguaron que la urbanización se encontraba en el puerto de Campomanes en Altea.

De inmediato la Policía organizó un operativo para apresar a la banda y lograron detener a dos implicados, entre ellos Juan Miguel Ortega, el auténtico especialista del grupo en reventar las cámaras acorazadas y mano derecha de Ángel Suárez en esa época.

La Policía cifró en 10.000 millones de pesetas –60 millones de euros– el botín obtenido por la banda en robos cometidos en bancos de Madrid, Alicante, Sevilla, Málaga, Castellón, Valencia, Murcia, Salamanca y Cáceres, pero lo hacían de forma tan profesional que era difícil probar su participación. El arresto de dos cómplices de Cásper fue polémico porque ambos quedaron en libertad tras pasar a disposición judicial en Benidorm y pidieron a la Policía la devolución de las herramientas que les intervinieron, valoradas en más de 120.000 euros.

Lógicamente no se las devolvieron, pero al mes siguiente, la madrugada del 2 de enero de 1998, la banda entró en el edificio de Sanidad Exterior en el puerto de València y robó de una de las cámaras acorazadas 106 kilos de cocaína intervenida y 50 litros de piperonal, un precursor para fabricar éxtasis.

Años más tarde, Ortega, que además de ser un artista con la lanza térmica era un experto en electrónica, se desvinculó de la banda de Ángel Suárez y fue asesinado de un disparo en su casa de Jerez de la Frontera, un crimen que la Policía sospechó que había sido encargado por Cásper, aunque nunca llegó a ser acusado formalmente.

Ángel Suárez, que logró escapar antes de la Policía en Altea en diciembre de 1996, fue detenido dos meses más tarde en Benidorm y el juzgado le encarceló.

El robo frustrado en una sucursal del BBVA en Elche fue «una obra bestial de ingeniería y de paciencia», afirma un investigador del caso. Durante varios días trabajaron desde un garaje contiguo a la sucursal y nadie se enteró de los butrones realizados para sortear dos semisótanos y entrar al banco. Tenían todo muy bien calculado y rompieron el suelo de la cámara, momento en que se activó la alarma sísmica y en la central de seguridad enviaron a unos vigilantes. No observaron ninguna anomalía desde el exterior y se marcharon. La Comisaría no fue alertada pero los ladrones, que escuchaban las comunicaciones de la Policía, sospecharon, erróneamente, que iban a ser detenidos porque había mucho silencio en la emisora policial y optaron por darse a la fuga de forma precipitada, dejando allí la furgoneta de vigilancia que posteriormente permitió llegar hasta ellos.

El botín de este golpe en Elche, según consideran los investigadores, habría sido mucho mayor que el que dio la banda en Nochebuena de 1998 en una sucursal del Banco Popular en Yecla, ya que en las cajas de seguridad se suele guardar mucho dinero negro. Oficialmente los dueños de las casi cien cajas de seguridad desvalijadas en Yecla denunciaron el robo de 4,8 millones de euros, pero la Policía sospecha que pudieron llevarse mucho más por el dinero negro que no se suele declarar en estos casos.

Arresto en El Campello

El propio Cásper se rió cuando, tras ser detenido en julio de 1997 en El Campello, le preguntaron, antes del interrogatorio oficial, si había robado 2.000 millones de pesetas en Yecla. «No tanto», contestó; pero su sonrisa delataba que sí fue mucho mayor que los 4,8 millones denunciados.

La avaricia en el robo de Yecla, elegido por Cásper tras un soplo en un club de alterne de Alicante, fue la perdición del grupo. Había tal cantidad de dinero en efectivo que tuvieron que usar hasta las bolsas de las herramientas para llenarlas de billetes y aún así dejaron en el suelo numerosos fajos de billetes empaquetados y joyas. Abandonaron allí la maquinaria y esa fue la pista que condujo a las detenciones.

La organización dirigida por Ángel Suárez abrió el abanico de actividades delictivas y llegó a contar con más de cien colaboradores. Los butrones en bancos dieron paso a tráfico de drogas, robo de obras de arte y de vehículos, blanqueo de dinero y robos violentos de droga –vuelcos–a otras bandas de narcotraficantes, incluso con secuestros, torturas y mutilaciones de dedos para conseguir su objetivo. Cuando fue detenido en 2011, la Policía desveló que su banda volcó un alijo de 2.000 kilogramos de cocaína, valorados en 50 millones de euros, a otra banda de narcos en el Puerto de Alicante. Además se supo que la red de Cásper intentó comprar un hotel en Santa Pola para abrir el mayor club de alterne de Europa. Pagó 780.000 euros en efectivo en billetes pequeños pero su detención abortó el proyecto. Antes de su arresto alardeaba así: «o me hago multimillonario o voy a la cárcel durante mucho tiempo». Y fue lo segundo. 89 años de condena.