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Los jóvenes asumen el riesgo de contagio en botellones y fiestas porque «necesitamos despejarnos»

La mayoría se siente invulnerable a un coronavirus grave y reconoce haber perdido el miedo al estar vacunados sus familiares. El colectivo echa de menos propuestas de ocio alternativas

Un grupo de amigas de Albacete, de entre 16 y 17 años, de fin de semana en Alicante. | PILAR CORTÉS J.hernández

«Llevamos dos años con muchísimas dificultades, en clase, con el estrés de los estudios. No hemos podido hacer viajes ni disfrutar de otras formas de ocio y una manera de pasarlo bien es salir con nuestros amigos. Estar en casa todo el tiempo se hace muy monótono. Se acaba haciendo una bola y después del fin del toque de queda contemplamos la opción de salir de fiesta y olvidarnos de todo de esa manera. Necesitábamos despejarnos». Paula Terrazas, de 17 años y que viene de volcarse en la Selectividad para sacar una buena nota, pone voz al comportamiento de su generación y explica la necesidad de evadirse que tienen los jóvenes, en la picota por los botellones y fiestas descontroladas a las que se atribuye la quinta ola de covid, bautizada como ola juvenil.

La mayoría de los consultados son conscientes del riesgo de contagiarse en sus prácticas de ocio. Pese a que coinciden en que no está justificado salir sin cumplir las medidas y a que afirman que suelen llevar la mascarilla y moverse con sus grupos de amigos, reconocen que después de dos copas «la responsabilidad se va por los poros», señala Manuel Bernabeu, de 21 años, quien ha descartado sus salidas a discotecas, pubs y a Castaños por el riesgo de contagiarse y de poder transmitírselo a padres o abuelos, con los que pasa más tiempo durante el verano. Este joven entiende a sus coetáneos porque «pasar del verano y de las Navidades de 2019, con un ritmo brutal de salir y volver a casa a las 8 de la mañana, a la situación nula actual ha sido un shock, y grande, para la gente joven. Eso no justifica los botellones sin distancia de seguridad en las calles y por eso se nos acusa de la quinta ola, una generalización errónea porque no todos entramos en el mismo saco. Ese reduccionismo es negativo para nuestro rango de edad».

Un mensaje similar al de David, Víctor, Raquel y Claudia, de 17 años, que coinciden en que «en todos los grupos de edad hay alguien que la lía», dice el primero. No obstante, añade que «ver todo lleno y que haya botellones es una inconsciencia». Reconocen haber visto concentraciones de las que afirman huir, saliendo con mascarilla y siempre el mismo círculo de amigos. Claudia señala que no sale por su abuela, de 91 años, «me da mucha rabia ver a la gente sin tomar ninguna medida». Siete amigas de Albacete de 16 y 17 años cuentan que se protegen pero que, tras el curso, llega el verano «y te entran ganas de salir, es lógico».

En general los jóvenes tienen una baja percepción de que puedan sufrir un covid grave si se contagian y esa alerta ha bajado al estar vacunados la mayoría de sus familiares. «Muchos jóvenes no ven peligro en contagiarse, lo ven como una semana de cuarentena, sin caer en que se puede complicar muchísimo la situación», dice Paula Terrazas. Pedro Sáez, de 22 años, achaca al desgaste y al cansancio de aguantar tantos meses el que se haya bajado la guardia, después de unas medidas más laxas que les han devuelto al ocio «con todo a reventar y la gente más pegada». «Al final te da igual, y explotas porque no ves el contagio tan cerca», señala. Sin embargo, «no quieres pegárselo a tus amigos», de ahí que los haya más reacios a quedar con «colegas» que a mezclarse en un ambiente con otra gente. Esto está detrás de que opten cada vez en mayor número por hacerse pruebas de antígenos en clínicas privadas. El joven cree que, pese al cierre del ocio, se celebrarán fiestas en las casas: «sin toque de queda seguirá pasando».

Jóvenes alicantinos o de vacaciones en la ciudad admiten haber sido testigos de reuniones multitudinarias en locales y en la calle de jóvenes sin mascarilla. En general, notan que la presión policial ha bajado y echan de menos propuestas alternativas de ocio. Los que suelen cumplir, optando por las terrazas o espacios al aire libre, confiesan que se reunieron masivamente en locales para ver los partidos de la Selección. También se preguntan dónde está la diferencia, a la hora del riesgo de contagio, entre merendar sin mascarillas en el instituto en grupo y estar en una discoteca con amigos y sin bailar.

Nerea López, de 21 años, fue con sus amigos a la zona del Golf hace un par de semanas, «entramos en un pub y la situación era de desmadre, la gente muy pegada, sin mascarilla, horrible, como si no existiera el covid. Cuando ves eso no tienes ganas de salir. Estaba petado y de ahí sale gente con covid seguro». La última fiesta, recuerda, en la que pudo socializar fue de la Universidad, hace 2 años. «Eso ahora no se puede hacer aunque hay gente que lo hace. Soy precavida e intento hacer las cosas bien», por lo que limita su vida social a su pareja y a amigas de toda la vida, señala la joven, que cree que no es momento de macrobotellones como el de Mallorca. «En Alicante también suceden ese tipo de cosas», alertan varios de ellos.

Cuatro amigos de Alicante y Murcia, también menores, que afirman cumplir todas las medidas. | PILAR CORTÉS

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