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Comer y beber con mascarilla

Un enfermero alicantino idea un dispositivo similar a la FFP2 que incluye los cubiertos y evita los contagios

Bernardo Fernández muestra el dispositivo que ha inventado para ayudar a la hostelería. | PILAR CORTÉS

Patente. Un enfermero alicantino, Bernardo Fernández, ha patentado a nivel nacional una mascarilla revolucionaria con la que se puede beber y comer, por lo que espera contribuir a paliar el problema que la crisis sanitaria está generando en el sector de la restauración. Se trata de un kit de un solo uso similar a las FFP2, que incluye los cubiertos y para el que ya ha solicitado también la patente internacional.

En pleno confinamiento en mayo del año pasado, sin salir de casa y con los restaurante cerrados pero cuando ya se empezaba a oír el término «desescalada», Bernardo Fernández, enfermero alicantino que ejerce desde 1993, empezó a interesarse sobre la manera de colaborar para hacer más factible la apertura de la hostelería evitando el peligro de contraer el virus.

«No se podían abrir interiores, hablaban de poner mamparas de separación, y como tengo una mente inquieta pensé que desde el sector sanitario debíamos contribuir a aportar alguna solución», explica a preguntas de este diario.

Se puso manos a la obra y, tal como comenta él mismo, «me vino la inspiración, entre comillas, de diseñar algún dispositivo que permitiera comer y beber sin quitarnos la mascarilla, y de ahí surgió la idea».

Así es la mascarilla que te permite comer sin riesgo de contagio.

Así es la mascarilla que te permite comer sin riesgo de contagio.

Problema

Confiesa que tuvo que darle muchas vueltas a la idea, porque debía ser algo que «permitiera introducir alimento y bebida sin quitar la mascarilla, y evitando al mismo tiempo la emisión o recepción de partículas de aire, que son las que generan el problema».

De forma que el espacio disponible para introducir la cuchara o el tenedor con el alimento debía permanecer cerrado la mayor parte del tiempo», explica. Precisamente uno de los momentos en el que el riego de contagio es mayor es el de la comida en compañía, abunda, porque hablamos sin mascarilla y próximos a los demás.

De hecho, entre las exposiciones de los motivos que los responsables de la Generalitat han hecho llegar a los jueces de TSJ para solicitar el refuerzo de las medidas anticovid entre la sociedad, figura precisamente como una de la situaciones más peligrosas los espacios de interior, en los que no se puede garantizarla distancia y la mascarilla. Este profesional de la Sanidad concluye que la definición de esta situación es «el momento de comer, o cuando estás de fiesta, pero una celebración se puede evitar y comer hay que hacerlo todos los días», puntualiza.

Bernardo Fernández ha ideado este tapabocas para contribuir a solucionar la crisis del sector de la hostelería

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El control en este sentido entre los convivientes en un domicilio es posible, pero Bernardo Fernández piensa en el grave problema que se genera a la economía del sector de la hostelería y el ocio nocturno «con continuos cierres y reducción de aforos». Admite que uno de los focos de la propagación del virus puede estar ahí, pero lo que plantea es «una solución factible».

El proceso de la investigación y la innovación no está exento de altibajos y el autor de la revolucionaria mascarilla que permite beber y comer sin quitársela, y evitando contagios, confiesa que emocionalmente tan pronto veía una salida rápida a su descubrimiento, iniciada ya la desescalada, como se venía abajo porque al plantearlo se le hacía ver que la gente ya salía a comer y beber sin la mascarilla.

Su argumento, el aforo que sigue reducido y que ya hemos llegado a una quinta ola. «Desgraciadamente vendrán más -añade-, y habrá zonas del planeta en las que habrá más incidencia del virus e incluso nuevos virus de transmisión por vías respiratorias, así como modificaciones».

Con el tiempo que conlleva desarrollar el dispositivo, fabricarlo y comercializarlo, para lo que busca inversión, el autor sugiere que quizá no se llegue a tiempo de la próxima ola, pero que la situación mundial sugiere nuevos episodios y el kit puede ayudar a uno de los sectores más castigados.

Consta de una mascarilla facial del mismo material que las del tipo FFP2, llamada «de pico de pato», que crea una cámara entre la boca y la mascarilla, cuyo espacio interior está cerrado por un compartimento estanco de plástico. Este compartimiento tiene dos aberturas a su vez, una anterior y otra posterior, y cada una de ellas dispone de una compuerta que alternativamente están una abierta y otra cerrada por un mecanismo manual.

«Esto garantiza el menor espacio de tiempo de contacto con el aire exterior, y minimiza al máximo el riesgo de emisión o recepción de sustancias patógenas contenidas en el aire durante el momento de comer», explica.

El kit incluye un juego de cubiertos y utensilios de plástico: cuchara, tenedor y pajita de sorber, con una leve modificación del mango para acoplarse al compartimento y llevar el alimento a la boca con la compuerta anterior cerrada.

La innovación de este enfermero alicantino ha superado ya todos los trámites nacionales exigibles para la patente, y ha iniciado la solicitud también de la patente internacional, porque está convencido de que «puede suponer una solución a un problema de dimensión global generado por la pandemia del covid y de otras situaciones futuras».

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