Qué pasaría si la bomba atómica lanzada en Hiroshima hubiera caído en Alicante
El arma lanzada al final de la Segunda Guerra Mundial, con una potencia de 16 kilotones, habría arrasado prácticamente toda la ciudad. Hoy en día, se han diseñado artefactos con un poder de destrucción mucho mayor: hasta 100.000 kilotones
La bomba lanzada en Hiroshima hubiera devastado gran parte de la ciudad de Alicante, por la explosión y por los efectos radiactivos. El explosión habría afectado desde Vistahermosa hasta San Gabriel y desde la costa hasta la colonia Santa Isabel. El radio de la radiación térmica (naranja exterior) abarcaría 1,73Km, mucho más grave cuanto más se acerca al centro.
El temor a un apocalipsis nuclear está creciendo desde que estalló el conflicto en Ucrania. La amenaza de una tercera guerra mundial está en el aire, y la escalada de la tensión en el este de Europa ya está provocando en las farmacias de Alicante un aumento en la demanda de las pastillas de yodo, un fármaco capaz de preservar el tiroides frente a la radiación.
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Pese a todo, que la guerra en Ucrania acabe convirtiéndose en una cruenta batalla nuclear entre las principales potencias del mundo es, hoy por hoy, sumamente improbable. Pero en el hipotético caso de que sucediera, cabe señalar que la bomba atómica que se lanzó en Hiroshima tenía una potencia de 16 kilotones, pero en la actualidad se han diseñado armas nucleares -como la conocida como bomba del zar- con un poder que llega hasta los 100.000 kilotones, por lo que su radio de acción sería muchísimo más devastador.
Qué pasaría en la actualidad
Según una simulación, si una bomba de este calibre cayera en el centro de Alicante, 560.000 personas morirían y casi un millón quedarían heridas. Estas cifras se producirían en solo 24 horas. La bola de fuego (la inconfundible y terrible forma de hongo naranja) tendría un radio de 6,1 kilómetros y arrasaría una superficie de 117 km². Desde el Cabo de la Huerta hasta el polígono de El Bacarot, y desde la costa hasta San Vicente del Raspeig, todo quedaría reducido a cenizas. Cualquier persona, animal u objeto presente en este área moriría y desaparecería al instante. Pero los efectos de la explosión no acabarían ahí.
En un radio exterior de 32,6 kilómetros que cubre un territorio de 3350 km², la bomba todavía tendría consecuencias asoladoras. Cualquier terreno existente entre La Vila y Guardamar del Segura, y desde Tabarca hasta Ibi, quedaría hecho pedazos. Las muertes y lesiones en la población serían generalizadas y prácticamente ningún edificio seguiría en pie. Todo lo que no hubiera destruido la bomba, lo harían los numerosos incendios que se propagarían debido a la explosión.
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El área de radiación térmica, el siguiente círculo concéntrico, se extendería hasta las provincias de Valencia, Albacete y Murcia. La población presente en este territorio sufriría quemaduras de tercer grado, que provocarían una presión que desbordaría cualquier centro hospitalario. La cifra de heridos sería terrible y también, sus efectos: miles de personas quedarían discapacitadas o requerirían la amputación de alguna extremidad. Casi cualquier cicatriz sería de carácter grave.
Las últimas de las zonas afectadas serían las que se encuentran a una distancia de 91,8 kilómetros con respecto al lugar de la explosión. En los municipios comprendidos en esta área, ningún cristal sería capaz de resistir la fuerza de la onda expansiva de la bomba nuclear, un factor que generaría una importante cifra de heridos.
Todo esto sucedería en las primeras horas posteriores al estallido y no tiene en cuenta las consecuencias a largo plazo de la radiación ni tampoco otros efectos climáticos que serían catastróficos, como el invierno nuclear o la lluvia ácida. Un panorama desolador que esperemos nunca tener que ver, ni en Alicante ni en ningún otro lugar del mundo.
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