Un oasis biológico a 1.500 metros de profundidad en Alicante y Benidorm

Una expedición científica a lo largo del cañón más largo del Mediterráneo, frente a la costa de la provincia, detecta comunidades de gran interés científico en zonas donde no llega la actividad humana

La expedición se ha llevado a cabo desde el buque oceanográfico Ramón Margalef que ha recorrido la costa alicantina durante doce días.

La expedición se ha llevado a cabo desde el buque oceanográfico Ramón Margalef que ha recorrido la costa alicantina durante doce días. / Efe

J. A. Martínez

J. A. Martínez

Un oasis de biodiversidad en un entorno degradado como los fondos del mar Mediterráneo. Investigadores del Instituto Español de Oceanografía han estado explorando durante doce días los hábitats más profundos de los cañones submarinos de Alicante y Benidorm en profundidades de hasta 1.600 metros. Un trabajo que se ha completado con un balance positivo al haber constatado la presencia de especies marinas de gran interés. Las características de estos fondos los convertían en una zona de gran interés para llevar a cabo esta expedición, ya que a ellos no llegaban las redes de los barcos pesqueros. Era un territorio relativamente virgen y resguardado de la presencia del hombre, aunque durante la expedición algunos restos de aparejo de pesca se han podido encontrar , según admite la responsable de este proyecto y de la campaña, la investigadora del Centro Oceanográfico de Murcia perteneciente al Instituto Español de Oceanografía, Elena Guijarro.

La campaña, denominada Calypsus corresponde al proyecto BiodiV A1L1, y se ha llevado a cabo a bordo del buque oceanográfico Ramón Margalef con un equipo compuesto por investigadores del IEO, tres investigadores invitados procedentes de OCEANA y la Universidad de Alicante y el piloto de la cámara submarina. El área de estudio comprende varios montes submarinos en el Canal de Ibiza, entre los cañones de Alicante y Benidorm. Estos últimos son dos grandes formaciones cuyas cabeceras se sitúan al borde de la plataforma continental a 150 metros de profundidad y que se se extienden a lo largo del talud hasta alcanzar los 2.000 metros. En concreto, el cañón de Alicante es el más largo de todo el Mediterráneo español con 140 kilómetros de longitud, precisaron desde el Instituto Español de Oceanografía. Ambos cañones habían sido identificados con anterioridad como lugares prioritarios para la investigación por la alta probabilidad de que albergasen en sus profundidades especies amenazadas. Aunque no es la primera vez que se obtienen muestras en la zona, sí ha sido la primera vez que se han estudiado estos cañones en detalle para la prospección de ecosistemas vulnerables en una investigación encargada por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico y financiada con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que canaliza la inversión de los fondos Next Generation EU.

Imágenes obtenidas durante la expedición.

Imágenes obtenidas durante la expedición. / Información

El objetivo principal ha sido el de cartografiar y caracterizar las comunidades bentónicas vulnerables en el área de estudio para evaluar su estado de conservación y proponer medidas para su protección. Entre ellas, su declaración por la Unión Europea como Lugares de Interés Comunitario. En la actualidad, sobre ellas no hay vigente ningún tipo de restricción a pesar de que se trata de puntos de gran interés. 

«Dentro de nuestra área de estudio existen lugares inaccesibles a la actividad pesquera. Por profundidad, por lejanía a la costa o porque el fondo destroza los aparejos. Se juntan una serie de razones que han permitido la conservación de fauna muy vulnerable a ciertas actividades económicas», explicó Guijarro a este diario, que añadió que «en general, cuanto más te acercas a la costa y te metes en profundidades y fondos accesibles, mayor es el daño sobre la fauna». 

Había cierta urgencia en desarrollar el trabajo, ya que, mientras que se trata de un área a la que no llegan las redes, hay otro tipo de actividades humanas que sí pueden suponer una amenazas. Entre ellos están las prospecciones de hidrocarburos o el tendido de cables debajo del mar para telecomunicaciones. 

«Todo esto son acciones que pueden dañar a estos animales de los que sabemos muy poco», recuerda Guijarro, que añade que «desconocemos detalles muy básicos de su biología. Es urgente investigarlos y protegerlos para obtener esta información». Por este motivo, el trabajo ha requerido la participación de diversos especialistas: un equipo de geólogos que ha cartografiado los fondos durante las noches mediante ecosonda multihaz y los biólogos han muestreado de día observando y caracterizado las comunidades bentónicasu sando el TASIFE, un equipo de video submarino que desciende hasta el fondo y es remolcado desde el barco. Los puntos de muestreo se seleccionan en gran medida en base a los resultados obtenidos previamente por los geólogos. En las dos últimas décadas se ha generalizado el uso de robots y equipos de vídeo submarino controlados desde los barcos que permiten filmar los fondos marinos y es posible cubrir un área extensa en relativamente poco tiempo. Lamentablemente estas técnicas no suelen ser buenas para especies de alta movilidad, que huyen a toda velocidad en cuanto ven las luces de las cámaras.

Trabajos desde la cubierta del barco durante la expedición científica.

Trabajos desde la cubierta del barco durante la expedición científica. / Información

Los trabajos estuvieron complicado durante los primeros días por un temporal que retrasó el calendario previsto. Aunque el equipo está satisfecho del resultado que se ha obtenido. «Hemos encontrado afloramientos de sustrato rocoso donde había corales blandos, esponjas, localidades con muy alta biodiversidad y muy bien conservada pese a que también hemos encontrado restos de aparejos de pesca en algunos sitios», explicó Guijarro, que expresó su satisfacción porque la fauna vulnerable encontrada aparecía saludable.

En los próximos meses, los investigadores llevarán una ardua labor de repasar todo el material gráfico captado en las profundidades fotograma a fotograma para llevar a cabo un exhaustivo estudio de las especies que allí se encontraban. Desde el barco, el equipo podía seguir en directo lo que estaban captando las cámaras, pero ahora tendrán que ir analizando todas esas grabaciones más detenidamente. Una fase mucho más larga que los doce días que han estado en el mar examinando las profundidades.

Hallazgos singulares

«Hemos encontrado un arrecife fósil muy extenso quesirve de sustrato para otras comunidades muy interesantes dominadas por corales blandos y esponjas, que era precisamente lo que queríamos encontrar», señaló Guijarro. Los corales blandos, al contrario que los corales formadores de arrecifes, carecen de esqueleto calcificado y son flexibles. Pueden tener forma de látigo o ser ramificados y asemejarse a arbustos. La investigadora destacó que en esa expedición se ha constatado mucha diversidad de especies y algunos ejemplares de gran tamaño. «Son comunidades bien estructuradas en las que hemos encontrado corales de hasta 80 centímetros de diámetro, que es mucho en comparación con lo que conocemos en otras áreas», subrayó. 

A la hora de recibir el encargo del Ministerio, se tenía claro que había altas posibilidades de encontrar especies de interés. «El área de estudio incluye localidades importantes para el ciclo vital de especies vulnerables de interés comercial y también para varias especies de rayas y tiburones de aguas profunda y se solapa con el corredor de migración de cetáceos. También se sabe que son zonas por las que transitan especies amenazadas» explicó la investigadora. «Su especial hidrodinamismo y la inaccesibilidad a determinados tipos de aparejos de pesca ha permitido en ellos la supervivencia de especies bentónicas longevas, de crecimiento lento, tales como esponjas, gorgonias o corales de aguas frías», explicó Guijarro.

De todos modos, no todas las zonas examinadas eran vergeles.  Junto a áreas con especies de interés, había otras yermas. No se han apreciado a primera vista la presencia de especies invasoras, aunque eso se deberá conformar ahora en el estudio de las imágenes. 

 El cartografiado de estas comunidades vulnerables que subsisten en este la zona de estudio era una labor considerada como urgente para poder evaluar su estado y establecer protocolos de monitorización y conservación antes de que sufran más daños, explicó. 

Estos estudios darán continuidad a los trabajos iniciados en 2012 mediante el proyecto INTEMARES, coordinados por la Fundación Biodiversidad con el IEO como principal socio científico, y que han permitido la exploración, caracterización y protección de una decena de áreas marinas en por la Red Natura 2000.

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