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Hijo de la luzy de la sombra

El poeta oriolano Alejandro López Pomares toma el testigo de la metafísica poética en La soledad tras el ruido de fondo

Alejandro López Pomares.

Existe una poética metafísica común en muchos de los poetas oriolanos. No hay una conexión aparente entre ellos, que tienen edades diferentes y pertenecen a tiempos distintos, pero sí que hay un lazo invisible que los une. Esta misteriosa unión ha empezado a llamar la atención a muchos críticos que así la señalan. No sabemos si se trata de una fuerza telúrica que les ancla a una tierra común o es fruto de una maravillosa casualidad. Tal vez la revista Empireuma, centro de tantas cosas, con el cuarteto José Luis Zerón Huguet, Ada Soriano, José María Piñeiro y José Manuel Ramón de cabezas visibles, ha sido culpable de estas conexiones. Este misterio es digno de estudio.

La soledad tras el ruido de fondo, de Alejandro López Pomares, publicado por la editorial Ars poetica con prólogo de Zerón Huguet, es un claro ejemplo de esa metafísica poética oriolana. Estamos ante un poemario meditado y trabajado que intenta indagar en eso que existe tras el ruido de fondo, como muy bien indica el título. El primer poema, que sirve de ariete, titulado Oda, así nos los muestra: «Loca / es que esos ojos… / camino andante paralelo a tu presente / resuenan recorro los ecos de los pasos que has dado / a legajos mi piel / fachadas taludes encauzan mi aliento / une vibrante sobre el aire (mi boca / donde inunda cueva infierno de dudas / la duda / tu boca / sobre el suelo que pisamos/grita el cielo roto a pedazos».

López Pomares utiliza el símbolo, la figura, la ensoñación para adentrarnos en su mundo, un mundo no carente de temores, como en el poema titulado Vulnerable: «Tu mirada de agónico incrédulo / expresión cerco de amapolas al margen / de oscilante horizonte sobre mi espalda y su peso / bajo el iris que cierra. / Al fondo, por entre el sol retenido / entre gotas de rocío, / emborronadas figuras a paso lento, / aquel paseo dorado recuerdo, / podre verso letargo que padece, / se extorsiona…» El texto de la contraportada del libro nos indica el camino que debemos seguir para entender la poética de López Pomares: «El ruido de fondo, ese leve temblor que registra y altera toda grabación sonora. Y tras él, nuestro reloj interno, el profundo crujir de los muebles, la brisa en un día de calma, las vibraciones de la tierra o los planetas que nos arrastran sin darnos cuenta asomados como estamos a un balcón en plena noche. La soledad tras el ruido de fondo hurga en esos murmullos que determinan nuestra percepción del mundo, en las relaciones personales, la multitud que nos abruma, las fieles creencias o el destino inexorable. Y en el camino, la duda, con su carga de incredulidad y conocimiento a un mismo tiempo, dejando a un lado esas voces, y volviendo a ellas, a cada paso».

Alejandro López Pomares (Orihuela, 1983) es escritor, poeta, profesor e investigador. Licenciado en Antropología Social y Cultural y en Biología, gestor del patrimonio cultural, natural, artístico e histórico. Autor de la novela La mirada perdida (editorial Celesta, 2017) y de la obra de teatro La edad del sol (inédita). Colabora en Liberoamérica y reseña el podcast literario La ninfa Eco. Incluido en la antología Encuentros con la poesía en la Casa Natal de Miguel Hernández. 27 poetas (Fundación Cultural Miguel Hernández, Orihuela, 2019).

Alejandro López Pomares: La soledad tras el ruido de fondo. Editorial Ars poetica. 88 páginas; 12 euros

La soledad tras el ruido de fondo se cierra con unos versos que esclarecen la lectura del libro: «con sus sombras y sus luces / bajo el sol que se esconde / muy l-e-n-t-a-m-e-n-t-e temeroso, / esa luz en ese instante, cerremos los ojos, / esa luz que no es sombra ni cielo / esa luz en mi espejo / soy yo, / creo». Ya lo escribió el poeta oriolano universal en su poema Hijo de la luz y de la sombra. Tal vez el germen de Alejandro López Pomares parta de ahí, de Miguel Hernández, y esa oscuridad y esas luminiscencias. López Pomares toma el testigo de esa metafísica nombrada anteriormente, es digno hijo de su tierra. Un poeta con mucho que decir.

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