Sobre José Aparicio Inglada

Denostado por la crítica liberal al ser nombrado Pintor de Cámara de Fernando VII, fue el artista alicantino más importante de principios del XIX

Dibujo de Aparicio Inglada

Dibujo de Aparicio Inglada / por Emilio Soler

Emilio Soler

«La pintura es solo otra forma de llevar un diario», dicen que dijo Pablo Picasso cuando alguien le interrogó por qué no escribía su autobiografía: «Mis telas, acabadas o no son esas páginas de mi vida». Curiosamente, el espléndido catálogo con el que nos ha regalado la crítica y profesora Pilar Tébar sobre el pintor alicantino José Aparicio (1770-1838) me ha hecho pensar en la ocurrencia del sabio pintor malagueño.

Aparicio Inglada nos presenta a través de sus hermosas y efectistas pinturas su vida y milagros artísticos desde que abandonara su ciudad natal, donde realiza sus «estudios menores», hasta su fallecimiento en la Villa y Corte, un maravilloso itinerario de su ajetreada existencia y circunstancias mientras va transcurriendo una parte de la historia de España, representada en muchas de sus obras. Su carrera se fue desarrollando a punto de cumplir los treinta años través de una pensión recibida por la gracia de Carlos IV para que pudiera estudiar en París y Roma. Estancias que le sirvieron al joven alicantino para conocer la obra y frecuentar la amistad de maestros como los neoclasicistas David, el pintor de Bonaparte, o el orientalista Ingres, con el que también coincidiría en Roma.

Sobre  José AparicioInglada

El cuadro Atalía y Joás / por Emilio Soler

En la ciudad tiberina, Aparicio coincidió, precisamente, con los reyes exiliados que le habían concedido su pensión artística, Carlos IV y María Luisa. Pronto alcanzó el artista alicantino el honor de ser elegido miembro de la Accademia di San Luca, prestigiosa institución romana fundada en 1593 . El nombre del Santo apóstol le vino a la Accademia porque Lucas está considerado como el protector de los pintores ya que según la leyenda, ¡ay!, este santo varón fue el autor del primer retrato de la Virgen María... La importancia de la elección de miembro de Aparicio en la Accademia venía asegurada porque entre sus componentes figuraron escultores de la talla, nunca mejor dicho, de Bernini o Canova.

Tras un largo devenir y un complejo aprendizaje, cuando José Aparicio regresó a la Corte madrileña, con 45 años de edad, se le colmó de honores por la dinastía borbónica tras la derrota napoleónica y el regreso de Fernando VII, monarca que nombró al artista alicantino como Pintor de Cámara de Su Majestad y, un poco más tarde, responsable adjunto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero toda esta espléndida carrera de honores no sirvió para que Aparicio fuera considerado durante muchos años como un artista importante ya que pasó desapercibido y desconocido para el gran público. Incluso, a veces, maltratado por una crítica liberal que lo denostaba por haberse mostrado tan cercano al poder absolutista fernandino.

Sobre  José AparicioInglada

Catálogo de Pilar Tébar para la exposición que se ha visto en Alicante (Mubag) y Valéncia. / por Emilio Soler

Pilar Tébar, amiga, perfecta conocedora de la obra del artista y a la que debemos esta magnífica exposición que ha recorrido de manera triunfal Valencia y Alicante, califica la obra de Aparicio «de calidad desigual» porque en ocasiones sus telas van dirigidas a la «magnificación y propaganda» de la realeza que él conoció y a la que debió su supervivencia artística, cosa difícil de entender si tuviéramos que valorar, por ejemplo, la obra de Velázquez, en circunstancias tan ligadas al monarca Felipe IV. Curiosamente, o no tanto, Pilar Tébar señala en su documentado trabajo sobre Aparicio que cuando falleció el pintor alicantino «algunos de sus cuadros estaban tasados a precios superiores a obras de Goya y Velázquez», lo que confirma, en sus palabras, que fue el «artista alicantino más importantes de las primeras décadas del siglo XIX», lo que no es poco.

En este magnífico catálogo, bello recopilatorio de una muy completa exposición, la doctora Pilar Tébar, responsable de la misma, nos habla no solo de la vida y obra de José Aparicio Inglada ya que, volviendo a las palabras de Pablo Picasso que mencionábamos al comienzo de estas líneas, nos recuerda el valor de la pintura como reflexión a una época vivida intensamente.