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En tiempos de Nobel

La cotidianeidad de una mujer singular hecha relato/s en ¿Quién te crees que eres?, de la premiada en 2013 Alice Munro

En tiempos  de Nobel

En tiempos de Nobel / José Joaquín Martínez Egido

José Joaquín Martínez Egido

“-Ah, no te des tantos humos-, dice Flo, y al cabo de un segundo: - ¿Quién te crees que eres? - Rose le lleva la contraria y replica con una sensatez y una flema venenosas». (p.27). Y eso debe pensar casi siempre Rose a lo largo de los diez relatos que configuran el libro (no sé si novela, aunque creo que sí lo es) ¿Quién te crees que eres? (Penguin Random House, 2019) de la Premio Nobel de Literatura en 2013, la canadiense Alice Munro.

En todos esos relatos conoceremos la vida de Rose, desde pequeña hasta su madurez («La gente del presente no podía encajar en el pasado» p. 19), de forma fragmentaria, sin una cronología determinada, contrapuesta a la figura de su madrastra, Flo, unas veces personaje de las tramas y siempre presente en la mente y en las actuaciones de Rose.

Creo que uno de los elementos más característicos del estilo de Alice Munro es que siempre utiliza un narrador en tercera persona, completamente fuera de la escena que lo presenta todo con una abrumadora objetividad y distancia; que resulta ser muy inteligente y que exige que los lectores también deben serlo; que acumula acciones sucesivas desde el recuerdo de lo sucedido en el pasado de Rose y que ofrece en cada uno de los títulos una metonimia del contenido del relato.

Desde el primer cuento la autora nos cuenta la relación entre esas dos mujeres, Rose y Flo, y sus vivencias en su barrio socialmente deprimido en Hanratty, Ontario (Canadá), en las que el hombre, el padre, siempre en segundo plano, gobierna sus vidas. Un ambiente de violencia doméstica, en el que se construyen perfectamente estos dos personajes física y psicológicamente, mediante la redacción de dos retratos que hacen que el lector las identifique perfectamente y las equipare con personas que seguro que él conoce, no ya en el los actos que se describen, sino en sus actitudes y en sus actuaciones en otro lado de la vida, pues, una de las características definitorias del estilo de Alice Munro es, precisamente, retratar perfectamente el fondo de la gente normal.

Después los relatos continúan mediante una vena naturalista al recrearse en lo peor de esa existencia mísera de antes de la guerra y en la consideración de los niños sometidos a algunos chavales en todos los sentidos. Desgarrador. Así conocemos de Rose la escuela, el instituto, la universidad con sus diferencias entre clases sociales, los hombres, el trabajo, su matrimonio con un chico rico, sus amantes posteriores, las relaciones de amistad entre mujeres adultas… Es una mujer que, quizá por sus orígenes, por su forma de haber aprendido a ver el mundo y a quienes la rodean, nunca encaja con la vida que le ha tocado vivir; es algo así como si ella misma se boicoteara a sí misma, como si ella se impidiese el ser feliz («Se sentía condenada a rondar en los márgenes de las cosas, juzgando», (p.231).

Ahora bien, nunca se cae en el melodrama ni en la justificación por parte de la autora, Alice Munro construye sus relatos mediante una precisión sintáctica impecable, con oraciones simples o coordinadas y solo las subordinadas imprescindibles para la caracterización de lo que cuenta; y, además, con una precisión léxica muy selectiva, hasta el punto de que podría decirse que no sobra ni una sola palabra ni, por supuesto, falta. Esta precisión se complementa con una aparente imprecisión en la selección de los hechos narrados y en la disposición de todos ellos. No define ni el comienzo ni los finales de las anécdotas, parece que todo se va contando de forma hilada, pero siempre sumando temas y acciones, de tal forma que es bastante difícil resumir las historias sin poder extraer el sentimiento que transmiten. Con ello se crea una visión global de aquello que realmente quiere expresar: una sociedad machista («En esos tiempos existían aún barreras sólidas y solventes; entre artistas y empresarios; entre hombres y mujeres», p.150), violenta y sin un ápice de modernidad. De aquí el desclasamiento vivencial de la protagonista.

Y ¿por qué deberíais de leer este conjunto de cuentos/novela? Porque son historias que se desarrollan ligando nudos temáticos a modo de un collar de cuentas que quedan perfectamente en un estuche con fondo de terciopelo rojo, pero que emocionan cuando alguien lo rompe y todas esas cuentas se esparcen por el suelo.