Jaime "el Barbudo" o Jaume "el Barbut" fue el más conocido bandolero valenciano de comienzos del siglo XIX, nacido en Crevillente, generoso con las clases populares, que luchó también contra las tropas napoleónicas y luego contra Fernando VII, lo que le granjeó aún más aureola popular.

Cuando el bandolero o guerrillero, según el momento histórico, huía de la justicia o de los franceses, se escondía, entre otras serranías del sureste, en la sierra de Crevillente, donde los perseguidores le perdían la pista, pues conocía todas sus trochas, cuevas y senderos; no en vano, según la leyenda popular, era "el dueño y señor de la sierra de Crevillente". Aunque no fue el único bandolero que recorrió esta sierra pues también hay noticias de otro: Manual Manchón "el Catalán" que, dicen, vivía en la Cova del Catalá, cerca de la Lloma Afonguda y el Pico de la Lloma Mala.

Cuando desde los parques naturales de El Hondo y las Salinas de Santa Pola alzamos la vista en dirección oeste-suroeste, lo primero que nos llama la atención es la alineación anticlinal, perteneciente al sistema subbético, de la sierra de Crevillente que se levanta como primer obstáculo natural hacia el interior.

Tiene una longitud aproximada de 12/14 kms., y se extiende por varios municipios del sureste de la provincia de Alicante: Crevillente, los Hondones, Aspe y Albatera, haciendo de divisoria entre el valle de los Hondones y el valle del Vinalopó Mitjá en el norte y la Vega Baja hacia el sur, aunque una parte importante de sus dominios se extienden en la comarca del Baix Vinalopó.

Es, por tanto, una sierra donde confluyen multitud de sendas y caminos que la atraviesan en todas direcciones; que, en un principio, comunicaban las poblaciones y que fueron utilizadas y creadas por ganaderos y agricultores para su desenvolvimiento y desarrollo económico y social.

En la actualidad, no queda prácticamente nada de aquella forma de vida y la red de senderos sirve hoy para conocer, a través de ellos, lugares y parajes que atesoran una huella importante de nuestro pasado.

Existen diferentes rutas, unas homologadas como son los senderos de pequeño recorrido (un total de tres con sus respectivas variantes) y, otras, no catalogadas como tales senderos "oficiales", pero que la memoria, el trabajo y el cariño por la naturaleza de varios montañeros, senderistas y asociaciones crevillentinas han hecho posible que no se pierdan y sigan estando "ahí" para el disfrute de cualquier amante del senderismo, la naturaleza y la cultura.

Como todos los sistemas montañosos del sureste español, las características morfológicas son muy similares: abruptos barrancos, fuertes escorrentías, escasa vegetación en la zonas con cara al sur, lluvias muy escasas y cuando vienen, escóndete, y, en general, temperaturas benignas en la mayor parte del año.

No es una sierra de grandes altitudes, pero, indudablemente, es intensa en paisaje y profundidad, enamora por sus fuertes desniveles y la cantidad de aspectos interesantes que guarda en su interior.

¿Qué son las chozas? En la sierra de Crevillente hay bastantes y servían, en tiempos pretéritos, de refugios para pastores, ganaderos o canteros y eran refugios rurales de piedra que poseen en sí mismo un valioso patrimonio arquitectónico. Era la construcción de la piedra en seco, sólo se utilizaba piedra, pura arquitectura local, totalmente integrada en el paisaje, la unión del trabajo del hombre y la naturaleza, conseguir el paisaje humanizado.

La choza del Castellar, la de las Pedreres, las Canteres de la Bigotilla o la de Tafulla, entre otras, son fieles muestras de esta arquitectura. Y no menos interesantes son sus minas: la Cata, la de la Sal o la del Barranc Fort o la de Marxant o los antiquísimos hornos de yeso de Las Pedreres.

Las cuevas, simas y aljubs -aljibes- son numerosos en toda esta sierra así como lo que queda de las antiguas masías de producción agrícola: cueva del Tío Cantalesdeu, calera del Alt del Curro, casa del Tío Mariano o la finca de La Hoya.

Hay que añadir que las vistas desde las principales cumbres de esta sierra: San Cayetano (817 msnm), Sant Juri (805 msnm) o La Vella (835 msnm) son espléndidas y permiten divisar en toda su extensión la llanura agrícola hasta la sierra de Orihuela, la de La Pila en Fortuna, la de Abanilla y la de Algaiat, entre las más cercanas.

Aparte de su microrreserva de flora: Cim de Crevillent, áreas recreativas y de naturaleza (Los Molinos, San Cayetano) existen una serie de enclaves que son especialmente llamativos: Els Pontets (acueducto moro que cada vez que lo veo me gusta más), el puente del barranco de La Cata, el corral del Puntal, las Colles de las Porrues, el Barranco del Pouet de la Mel o el yacimiento arqueológico de la Peña Negra.

Estoy convencido de que cuando Jaume el Barbut corría -y se escurría de sus captores- por esta sierra, entre sus casas de muros de piedra seca, sus terrazas de labor y sus barrancos, cuevas y apriscos, se sentía muy seguro, porque la conocía a fondo.

Imitemos, desde el punto de vista naturalista, al bandolero, y conozcamos y cuidemos la sierra de Crevillente que es un tesoro ecológico y cultural de primer orden en nuestra provincia.

*Antropólogo y técnico

en senderos de la FEMECV