El entorno de Vatasa podría tener los días contados en Santa Pola desde que la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar ha iniciado recientemente los trámites para estudiar la viabilidad de devolver al mar la zona entre las playas de Santiago Bernabéu y Varadero. Asimismo, este órgano dependiente del Ministerio de Transición Ecológica ha sacado a licitación la redacción de un proyecto para estudiar la forma más conveniente de recuperar medioambientalmente la franja entre ambas playas así como dar continuidad a las riberas «con un ancho de playa estable con material de características similares», según emana del pliego técnico.

Con este paso podría dar un tumbo el proyecto que planteaban desde el Ayuntamiento para convertir esas naves en un centro de innovación y nuevas tecnologías, idea que surgió de las comisiones de trabajo tras la moción aprobada del PP, donde se planteaba al principio un nuevo campus de la UMH para la zona, aunque la iniciativa fue tiempo después descartada por el consejo rector. Bien es cierto que desde hace un año no se han retomado las mesas de trabajo para abordar esta inversión para el municipio. Desde el cuatripartito no tienen muy claras las intenciones de Costas con el sector Vatasa, aunque no cierran la puerta a que ese entorno pueda desarrollarse en un futuro aunque sea desde cero en caso de que se demuelan las naves, a pesar de que el Consistorio ya registró en 2017 una petición para que se paralizase la fase de demolición por si las naves podían aprovecharse.

Aún y así, desde Costas insisten en que la redacción de este proyecto pondrá las claves para la recuperación ambiental de las parcelas ocupadas por la antigua concesión de estos astilleros, porque «se trata de un entorno totalmente degradado, originado por rellenos e instalaciones portuarias que es necesario retirar y acondicionar para dar continuidad a las playas adyacentes y garantizar, así, un adecuado uso y disfrute del dominio público», según fuentes del Ministerio de Transición Ecológica, desde donde avisan de que la demolición no se incluye en este mismo estudio pero sí que está prevista en un proyecto independiente que está en fase de tramitación.

Cuatro fases

A partir del 14 de marzo empezarán a abrirse los sobres con las ofertas de las empresas que opten a la redacción de este proyecto que contempla cuatro fases. La primera son los trabajos previos que componen un estudio topográfico de la línea de orilla de la playa; la evolución de la costa en los últimos cincuenta años (aproximadamente cuando se levantó el espigón y algunas de las naves), así como analizar las líneas de agua en ese tramo, hacer un estudio de corrientes y otro de integración paisajística o ejecutar un levantamiento balimétrico para describir si hay anomalías en el fondo marino a esa altura.

Después de hacer un diagnóstico con toda esta información reunida, en la segunda fase se valoraría sí se actúa o no en el entorno «porque está la opción de no actuación que rigidiza la costa y mantiene, total o en parte, la dinámica sedimentaria», según el documento técnico. Si hubiese indicadores que no recomienden actuar en la zona, para cualquier alternativa que se tome se definirá también «una solución de equilibrio futuro». En la tercera fase se estudiará el impacto ambiental de todos los documentos antes mencionados, y si sale favorable se redactará el proyecto. Ocho meses es el tiempo total que durarán las cuatro etapas, aunque se paralizará el contrato durante el estudio de la tercera fase.

Una instalación sin actividad desde hace casi dos décadas

Alrededor de 1950 se levantó el varadero explotado por Vatasa y en 1964 se autoriza una ampliación de la concesión con dos parcelas de 2.500 metros cuadrados. En 1975 se autoriza a la mercantil la construcción de una nave industrial por un plazo de 40 años, pero desde 1995 el astillero no tiene actividad y en 2015 se cumplió la concesión, pero la empresa no desmanteló las instalaciones. Desde el Estado, además, se declaró la caducidad del sector.