Hace tres meses que «Nuestra Madre Loreto» zarpó de nuevo desde Santa Pola. El barco pesquero que el pasado año sonó en todos los medios de comunicación tras rescatar a doce migrantes en aguas de Libia y vivir la tensión de buscar un puerto para dejarles a salvo durante diez días, se encontraba al medio día de ayer al sur de Cerdeña, zona en la que se quedará hasta que llegue la Navidad. «Volveremos a casa en diciembre, si dios quiere», cuenta Pascual Durá, el patrón de la embarcación.
La situación que vive el Open Arms, el barco que rescató a 121 personas en el arranque de agosto y a otras 39 nueve días más tarde, es, a gran escala, una imagen como la que protagonizó Nuestra Madre Loreto. La ausencia de toma de decisiones para poder dar de una vez con un puerto seguro que ponga a salvo a los migrantes, caldea el ambiente a bordo y dispara la tensión.
P Cerca de cien personas siguen a bordo del Open Arms después de quince días, cinco jornadas más de las que estuvisteis con los doce migrantes que rescatasteis. ¿Cómo cree que tiene que estar siendo la situación?
R Debe ser totalmente caótica. Nosotros solo éramos 25 personas, entre los rescatados y nosotros. Quince días, agotando suministros y cerca de 150 personas en un barco... Imagínese dentro de una casa a 150 personas. Estarían más a gusto que dentro de un barco, se lo puedo asegurar. Con el temporal y todo lo que están pudiendo sufrir, me parece que están en una situación que a saber qué psicólogos van a tener que atender a estas personas después.
P Precisamente el psicólogo de la embarcación del Open Arms ha explicado que las evacuaciones han tocado el ánimo del resto de pasajeros. En Nuestra Madre Loreto también hubo una evacuación, ¿cómo se vivió ésta entre las personas rescatadas?
R Lo nuestro fue prácticamente el último día, cuando todo cambió muy rápido, no daba tiempo a asimilarlo -al día siguiente ya fueron a puerto-. Pero cambió el ánimo de un sector, sobre todo de los más cercanos al evacuado. El resto, o no decían nada o intentaban ponerse malos, bebiendo agua con sal, para poder ser evacuados también.
P La ONG ha explicado en Twitter que se están dando amenazas de suicidio a bordo y conatos de violencia fruto de la desesperación. ¿Vivió alguna situación con esta dosis de tensión?
R En el sentido del suicidio, no. Sí vimos situaciones tensas en las que tuvimos intervenir, sobre todo en los días de soledad y en los días de mal tiempo. Pero llegar a querer suicidarse no, hubo tensión pero no hasta ese punto.
P Conocerá a parte de la tripulación del buque Open Arms porque en aquellos días les dio apoyo médico.
R A Ricardo Gatti -director del Open Arms Italia- le conozco, sí.
P ¿Cómo cree que estará haciendo frente a esta situación?
R (Suspira) Es complicado... Seguro que como él sabe, de la mejor manera posible. La verdad es que tienen un equipo de profesionales muy muy bueno. Donde vayan a buscar a otros iguales no los van a encontrar, te lo puedo asegurar. Sé que lo van a llevar de la mejor forma posible. Si pasa algo, no será por ellos. Si pasa algo será culpa de quien será que tiene que decidir una miserable entrada a puerto para que los países que se han ofrecido los puedan acoger.
P Las provisiones escaseaban en el barco cuando pidió una respuesta urgente sobre la ruta que coger y el puerto donde atracar. ¿Cómo vivieron esta situación, cuando todavía no tenían respuesta y necesitaban con urgencia un puerto al que poder ir?
R Hay momentos muy tensos y otros en los que consigues calmar al personal. No tienes respuesta verdadera, dependes de la que te dan los de arriba. Lo único que podía decir con certeza era que a Libia no íbamos. Y claro, los tranquilizabas un día, pero al siguiente volvía a haber tensiones y alguna pequeña disputa... No quiero imaginarme cómo estarán esas personas ahí dentro, debe ser brutal.
P¿Qué le parece toda esta situación?
R Me parece un abandono, falta de solidaridad y falta de muchas otras cosas. También de memoria, porque todos hemos huido por unas cosas o por otras. ¿De qué huyen todas esas personas? Pues si huyen por vivir, qué menos que echar un cable o intentar ayudar. Me parece que estamos llegando a un punto en el que estamos perdiendo la base de la humanidad.
