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Jaume El Barbut, el héroe o el villano de Crevillent

Un carnaval bandolero es el único acto que su pueblo natal le pudo dedicar cuando se cumplían 237 años de su nacimiento

Ilustración de Jaime El Barbudo o Jaume el de la Serra.

Una decena de libros, tesis doctorales y otros tantos artículos de investigación y en prensa reciente recuerdan cada cierto tiempo a Jaime Joseph Cayetano Alfonso Juan (los dos últimos, apellidos), el más famoso bandolero de las serranías mediterráneas, que este lunes habría cumplido 237 años. En Crevillent, su pueblo natal, el Ayuntamiento recordaba su figura en febrero con un «Carnaval Bandolero» en el que hasta el alcalde se disfrazó cual personaje de la época.

Jaime Alfonso Juan fue más conocido por su apodo de El Barbudo, pese a no llevar barba. Al menos así quedaba reflejado en las novelas que décadas después de su muerte lo describían como un Robin Hood o un Curro Jiménez de la zona, que robaba a los ricos para dar a los pobres, un hecho que seguramente sirvió para mitificar su figura. Él mismo se autodenominaba Rey de la Sierra de Crevillent, según contaba en sus crónicas de viajes el Barón Taylor, un francés que visitaba la zona y que se mostraba orgulloso de haberlo conocido.

Y mucho hubo de pasar desde que Jaume el de la Serra naciera en una humilde cueva de la actual calle Ángel hasta que falleció ajusticiado en la plaza de Santo Domingo de Murcia, acusado de robos en despoblado. Entretanto, Jaume El Barbut fue perseguido y glorificado por la autoridad, concediéndole incluso un batallón de más de un centenar de hombres a su cargo para combatir a las tropas napoleónicas, primero, y para perseguir a los liberales, después, colaborando con el rey Fernando VII.

También se dice de él que perteneció a la organización secreta El Ángel Exterminador, un grupo ultracatólico murciano que podría haberlo traicionado al final de su vida. El Barbut fue ahorcado y descuartizados sus miembros para exhibirlos por los pueblos donde había cometido sus fechorías, desde asesinatos a asaltos, robos, extorsiones, incluso raptos con recompensa, según se dice en las crónicas de prensa y en documentos judiciales que se conservan en diferentes archivos históricos.

Decía a este periódico en febrero el concejal de Fiestas y Turismo, Josep Candela, refiriéndose al Carnaval que «estamos creando una fiesta que nace con vocación de ser referente a través de un personaje local muy querido en nuestro imaginario colectivo y estamos seguros que las ideas que pueden tener éxito son las que más nos hacen sentir de nuestro pueblo».

237 no parece un año muy redondo para conmemorar, máxime la situación sociosanitaria por la que atraviesa el mundo entero. Pero muy cerca está 2024, año en el que se cumplirán dos siglos de la muerte de un personaje que sigue siendo el protagonista de las historias que en Crevillent y las comarcas limítrofes utilizan padres y abuelos para entusiasmar o causar miedo a los pequeños de la casa. Para unos fue un héroe bondadoso; para otros, un villano sanguinario. Lo que sí es evidente es que en su tierra carece de reconocimiento alguno. El único enclave serrano que lleva su nombre está en término de Albatera.

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