Este santo, peregrino occitano perteneciente a la Tercera Orden de San Francisco de Asís, cuyo nombre significa «fuerte como una roca» es, sin ninguna duda, uno de los grandes desconocidos en nuestra ciudad. Vamos a descubrir, por tanto, algunos detalles sobre su figura, así como sobre las fiestas que, en su honor, celebramos anualmente en Alicante.

De familia noble, nació en Montpellier (Francia) según unos, a finales del siglo XIII (posiblemente 1295) o, según otros, a mediados del XIV (entre 1348 y 1350 probablemente) quedando huérfano a los 20 años y dándose también varias fechas para su muerte (1317, 1327 o, entre 1376 y 1379) que tuvo lugar en la Prisión de Dreemurland, ubicada en Montpellier o, según otras versiones, en una cárcel de Voghera (Lombardía).

Entregado a Cristo desde prácticamente el principio de su vida, vende todos sus bienes y posesiones para desplazarse a la ciudad de Roma, asolada en aquel entonces por una terrible epidemia de peste. Durante el camino comienza su actividad curativa, además de la de consolar a todos aquellos que la padecen, rozando en algunos momentos casi lo milagroso. Desarrolla tan destacada labor en algunas ciudades italianas como Acquapendente, Cesena, Rímini o Novara ganándose por ello el cariño y la admiración de sus gentes.

Pero tan directo contacto con la enfermedad le lleva a contagiarse de la misma en Piacenza lo que le supone el rechazo y el desprecio incluso de aquellos a los que había ayudado, por lo que no le queda más remedio que internarse en un bosque, construir una sencilla y modesta cabaña y esperar allí el momento de la muerte cosa que, gracias a la protección de Dios, no se produce debido a la ayuda que le prestó el perro de un tal Gottardo Pallastrelli, señor de un cortijo próximo, que le llevaba diariamente un trozo de pan y le lamía las heridas. Este perro, que acompaña siempre su imagen, respondía al nombre de Guinefort aunque también se barajan otros posibles (Melampo, Gozque o Rouna, entre otros).

Recuperado de la enfermedad, regresa a Montpellier, su ciudad natal, que estaba en guerra en ese momento, pero era tal el cambio físico que había experimentado desde su partida que, al no ser reconocido por el mismo alcalde, fue detenido como espía y encarcelado en la cárcel pública donde, según se dice, encontró la muerte tras la cual fue finalmente reconocido por su tío, aunque demasiado tarde.

Muy pronto comienza a ser venerado y se comenta que fue canonizado en el Concilio de Constanza (Alemania) entre 1414 y 1418 aunque también se baraja el año 1584 como fecha mucho más probable. Su culto fue confirmado por el Papa Urbano VIII y por dos decretos de la Sagrada Congregación de Ritos de fecha 26 de julio y de 29 de noviembre, respectivamente, de 1629. Por entonces se fija su fiesta para el día 16 de agosto.

La devoción a su figura se extiende por buena parte del mundo, se organizan numerosas cofradías bajo su advocación y se convierte en patrón de infinidad de lugares. En lo que a Alicante respecta, hemos de remontarnos al año 1559 en que una terrible epidemia de peste asolaba la ciudad por lo que sus habitantes pidieron la intercesión del Santo y, tras el éxito de la misma, le nombraron Copatrón de la ciudad, junto a San Nicolás de Bari, erigiéndole una ermita, que tiene su origen en el siglo XVI, situada en el cerro denominado «La Ereta», en las mismas faldas del Monte Benacantil. Desde entonces, el día de su festividad, se celebraban en su honor actos religiosos, bailes y canciones al mismo tiempo que se engalanaba la citada ermita. Se trata de uno de los tres Patronos del Peregrino y lo es también, entre otras cosas, de las mascotas, los enfermos de epidemias, los enfermeros o los cirujanos.

Una fiesta la suya que nace de manera popular a principios del siglo XIX, que fue reconocida oficialmente como Fiesta Tradicional de Alicante el 22 de mayo de 2004 y que todavía se celebra actualmente, de forma entrañable y sencilla, por parte de los vecinos de esa zona de la ciudad, el casco antiguo, quienes el 13 de julio de 2012, y con el beneplácito del entonces párroco, Rafael Pacheco, fundaron la Cofradía de San Roque, cuyo primer presidente fue Agustín Extremad quien contó desde el principio con el apoyo, entre otros, del inolvidable Pere Fuentes. Así, el día 16 de agosto, con unas andas nuevas donadas por Miguel Rodríguez Cutillas, San Roque salía a la calle en procesión.

Este año, tras dos sin hacerlo a causa del Covid-19, las fiestas en honor a San Roque, Copatrón de Alicante, van a tener lugar entre los días 13 y 16 de agosto, ambos inclusive, contando como centro neurálgico de las mismas con la entrañable Plaza del Puente, de grato recuerdo para mí. El pregonero de las mismas va a ser Julio Calero Rey, comisario de la Policía Local de Alicante, y el programa de fiestas se presume de lo más rico, variado y completo destacando pasacalles, danzas tradicionales, almuerzos populares, juegos infantiles, concurso de paellas, verbenas o la tradicional banyà con sus disfraces. Para finalizar las mismas, encontramos su parte más solemne como es la Santa Misa a la que sigue la ya tradicional Procesión.

Disfrutemos de estas fiestas tradicionales y entrañables, aunque tal vez injustamente desconocidas en nuestra ciudad.