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Solidaridad

Una pequeña ONU en Benidorm

Comerciantes de diferentes razas y nacionalidades se unen en Jaime I para recoger alimentos para los necesitados

Si el recientemente fallecido Nelson Mandela levantara la cabeza y pusiera su mirada en la avenida Jaime I de Benidorm, sin lugar a dudas, esbozaría una sonrisa. La iniciativa que se ha llevado a cabo en este centro neurálgico de tiendas de souvenirs, aunque no tiene la magnitud de las que impulsa la ONU, goza de la misma filosofía. Sus comerciantes de diferentes razas y etnias -china, hindú, árabe, española, gitana-, se han unido para llevar a cabo una acción de recogida de alimentos.

Más de 70 propietarios de los establecimientos que trabajan en esta zona han logrado reunir alrededor de 200 bolsas de alimentos. Ayer mismo las entregaron a Cáritas y Cruz Roja, dando fe de que están comprometidos con el lugar en el que viven, a pesar de que sus reclamaciones de mejora de la zona sigan olvidadas por parte del Ayuntamiento. Los padres del proyecto son Roberto Gil e Iñaki Chekkaf, que tienen sendos negocios en dicha avenida. Se enteraron a través de este diario de que los bancos de alimentos precisaban de más apoyo vecinal y comenzaron, el pasado miércoles, a movilizar a sus compañeros. «Íbamos de tienda en tienda, con información sobre esta iniciativa. Tratábamos con gente de diferentes lugares y culturas. Si se lo explicabas detenidamente y te hacías entender, se prestaban a ayudar en la mayoría de los casos. De hecho, nos acompañaba una mujer china para que nos echaba una mano traduciendo», narra Roberto Gil.

Un único lenguaje

La furgoneta para transportar la comida, que han decorado con un vinilo que reza «Siempre hay alguien que está mucho más necesitado que tú», la ha prestado Pablo Chen, dueño de la cafetería La Solana. A pesar de que ya hace 15 años que dejó su China natal, su dominio del español es limitado. Sin embargo, no ha tenido ningún problema en entender que debía arrimar el hombro.

Y es que, según Hany El Erian, propietario de la tienda de ropa Isis, la solidaridad es algo que está presente en la mayoría de credos y culturas.

Este egipcio, que combina su trabajo en este negocio familiar con su labor de docente e investigador en el departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, hace una especie de símil de esta situación con la que, salvando las distancias, vivió el padre de la frase: «No puedo olvidar, pero sí perdonar» (Mandela). Es consciente de que algunos de los que han colaborado en este proyecto solidario pertenecen a grupos de inmigrantes que, cuando comenzaron a llegar a España, una buena parte de la sociedad rechazó. «Ahora no es que no les quiten el pan a los españoles, sino que a algunos se lo ponen en la mesa», explica El Erian, a la vez que subraya que muchos de estos comerciantes extranjeros tienen contratado a personal español, lo que al final demuestra que han conseguido generar riqueza en esta sociedad.

Vijay Kumar Samtani, que está al frente del establecimiento Euromoda, asegura que en su ciudad, Jaipur (India), más que donación de alimentos se suele hacer de sangre, ya que escasea a la hora de combatir las diferentes enfermedades que sufre su población. Allí solía sacar su «vena» solidaria un par de veces al año y aquí trata de colaborar en todo lo que puede. «No dejo de ver en televisión a todo el mundo que desahucian o embargan. Es algo que nos conmueve a todos», argumenta este hindú al que tampoco le va a las mil maravillas su tienda, pero eso no le frena para colaborar con un par de botes de Cola-Cao y unas cajas de galletas.

Juan Ángel García ve todos los días detrás de la barra de la cafetería San Marino, lugar en el que ejerce de encargado, multitud de historias de gente a la que la vida le ha dado un giro de 180 grados y no le queda otra que poner la mano para poder comer algo. También ve una avenida repleta de tiendas en las que conviven, con sus más y sus menos, pero con cierta armonía, diferentes razas. Además, dan ejemplo participando en proyectos así. Eso para él es envidiable, incluso para la propia ONU.

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