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Una persona sin hogar mira al mar en el puerto de Benidorm.DAVID REVENGA

Benidorm

Bocadillos repletos de esperanza

Un programa pionero de Cáritas en la Marina Baixa recorre periódicamente las calles de Benidorm para identificar y ayudar a los más necesitados

Es miércoles por la noche en la calle Gerona de Benidorm, pero el relato que acompaña a este artículo podría darse un día cualquiera, en cualquier punto de la ciudad. La denominada como «zona inglesa» alberga todo tipo de distracciones para residentes y turistas ávidos de ocio. Las despedidas de soltero se mezclan con el ruido de las grandes pantallas y los gritos de los trabajadores de los pubs, que ofrecen chupitos y todo tipo de espectáculos a un público mayoritariamente británico. Entre toda esta gente disfrazada y con ganas de fiesta, llama la atención un grupo de personas que recorre la zona en coche, acompañados de bolsas con alimentos, bebidas, mantas y otros elementos. Dos de ellos se bajan del vehículo y ofrecen a una persona sin hogar un bocadillo y una bebida caliente. Se dirigen a él por su nombre, como quien habla con un amigo, interesándose por sus necesidades y por cómo ha pasado la semana. Tras un rato de charla, suben al coche y vuelven, unos metros más adelante, a repetir la situación con otra persona desfavorecida que está sentada junto a otro ruidoso local.

Los voluntarios forman parte de un proyecto que las parroquias de Cáritas en la ciudad llevan realizando desde hace 5 años; una idea pionera en la Marina Baixa que surgió desde Cáritas Diocesana, a raíz de una iniciativa similar que diferentes ONG realizaban por toda España. Cerca de 20 personas están implicadas cada semana en este viaje solidario en coche por toda la ciudad, con el que, más allá de ofrecer alimento, se busca contactar con personas «invisibles para la sociedad». La idea es establecer una relación con esa gente, que por una u otra circunstancia, se ve obligada a vivir en la calle.

Cáritas ayuda anualmente a más de 350 familias en Benidorm, de las cuales un centenar son gente sin hogar. El bocadillo es, por tanto, solo una primera vía para entablar una conversación enfocada a conocer, dignificar y mejorar la vida de todas estas personas. Semanalmente, varios ayudantes de Cáritas (confederación que en la ciudad cuenta con más de 100 voluntarios) ponen nombre a la gente que está en la calle y atienden sus necesidades, las cuales van más allá de la comida o la ropa.

Gracias a su labor, en estrecha colaboración con entidades como Bienestar Social o la Policía Local, han ayudado a tramitar el DNI o la tarjeta sanitaria a muchas de estas personas, a las que también gestionan el acceso a útiles de limpieza y duchas en el Centro Social Llorca Linares, tres días a la semana. A raíz de este encuentro semanal, los voluntarios procuran asistir a los necesitados en diversas situaciones que van desde acompañarlos al hospital o a la óptica, hasta entregarles unos simples pasatiempos que mitiguen su soledad, pues muchos de ellos pasan días enteros sin hablar con nadie.

Ciudad de contrastes

Entre las personas a las que semanalmente ayuda Cáritas hay quien sufre algún tipo de adicción, por lo que desde la confederación también se intenta acompañar a los afectados a entidades como Alcohólicos Anónimos. También, desde las diferentes parroquias, los voluntarios reparten comida, ropa y elementos de aseo personal de manera periódica e incluso ayudan a tramitar asuntos laborales o de pobreza energética a muchas familias, llegadas a Benidorm de todo el mundo.Acompañar a estos voluntarios durante una de sus jornadas solidarias en coche basta para comprobar que la ciudad está llena de contrastes y desigualdades y que existen personas que, muchas veces, necesitan, más que un bocadillo, atención y afecto. Detrás de cada caso hay multitud de historias: gente con estudios y sin ellos, españoles y extranjeros, jóvenes y mayores?

Gente que, a menudo, permanece invisible pese a pasar sus días sentada junto a las cegadoras luces de neón de algún llamativo pub; personas con nombre y apellidos, con problemas que, afortunadamente, algunos particulares y asociaciones intentan resolver.

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