Altea viajó anoche 800 años atrás en el tiempo durante la Entrada Cristiana, cuando muchos cristianos se embarcaron en las cruzadas para salvar y proteger la Tierra Santa de Jerusalén, y otros permanecieron en estas tierras para protegerlas de las huestes sarracenas. Más de 10.000 personas se concentraron en la calle Pont de Montcau y la avenida Rei Jaume I para presenciar el desfile de las ocho «filaes» cristianas de Altea, donde participaron cerca de 4.000 personas.

Por otro lado, al mediodía de ayer tuvo lugar la Embajada Mora en la plaza de la Iglesia donde tras una cruenta batalla de arcabucería y dialéctica entre el embajador moro Antonio Manchón, de la filà Moros de Bernia, y el rey cristiano Toni Soler, de Creuats d'Altea, las tropas de la media luna conquistaban el castillo cristiano.

A las 20.00 horas se inició en la calle Filarmónica el desfile de la Entrada Cristiana con las reinas y damas de honor de las Fiestas del Cristo del Sagrario. A ellas les siguió la abanderada cristiana de la Federació de Moros i Cristians Sant Blai, Gabriela González, de Cristians d'Altaia, montada sobre una espectacular carroza y acompañada por un gran ballet que representaba los 40 años de fiestas de Moros y Cristianos en Altea. A la abanderada les siguieron las escuadras de Cristianas d'Altaia, Conqueridors, Maseros, Cebers y Cristians de la Muralla para dar paso a los Contrabandistas y el alférez cristiano, Manuel Mañes, con un boato que representaba la defensa de las costas de Altea de las incursiones moras en la época medieval.

Se acercaba el momento de la llegada del rey cristiano, y Altea vibraba con el espectáculo multicolor de las «filaes». A los Contrabandistas le siguieron los Cristians de Carteia, Corsarios y Templarios para dar paso a los Creuats d'Altea con su abanderadlo Mati Gomis, la embajadora Selina Krijt y el rey Toni Soler. El boato que presentaron se inició con la niña Amelia Mulet, que fue su alférez en 2015. Después la historia se situaba en el año 1244 cuando el rey Jaume I pide ayuda a un valeroso grupo de cruzados que defendían la Tierra Santa para reconquistar Altea. Estos emprenden un duro viaje desde Jerusalén hasta las costas alteanas trayendo elefantes, caballos, y armas por doquier.

El abanderado Mati Gomis portaba sobre su carroza el estandarte de su anterior filà, ya desaparecida, la Guardia Negra, y el estandarte de Els Creuats en una simbiosis de hermandad entre las dos culturas. Y el rey Toni Soler, sus tesoros producto de las batallas y sus tropas que congeniaron con los habitantes de Altea.