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El arranque de almendros por la Xylella deja pérdidas del 25% en los negocios de Tàrbena

El turismo rural que mueve la floración de los árboles en el municipio se ha reducido el último año después de que se acabara con un tercio de las plantaciones por el plan para erradicar la plaga

Dos visitantes en la terraza de uno de los negocios de Tàrbena con una zona de campo sin árboles al fondo. david revenga

Febrero es el mes en el que florecen los almendros y llenan de blanco y rosa los valles. Sin embargo, desde hace más de un año, en Tàrbena las flores que tanto atraen a los turistas ya no son tantas y, en consecuencia, los visitantes tampoco, lo que ha afectado a los negocios que cifran sus pérdidas en una media del 25% en un año. La razón no es otra que cerca de un tercio de los campos donde estaban estos árboles han desaparecido después del plan de erradicación para luchar con esta plaga, lo que ha dejado muchos rincones de este municipio de interior sin su atractivo natural.

Los empresarios de la zona lo tienen claro: el daño paisajístico es irreparable pero, además, hace que se hayan dejado de mover turistas por la zona que antes reservaban sus fechas en el calendario para acudir a Tàrbena, uno de los valles donde más almendros florecían cada año. Esta pequeña localidad de apenas 600 habitantes se convertía hace dos años en la «zona cero» de la Xylella y los vecinos que tienen allí sus negocios ya avisaban: las consecuencias para el turismo serían terribles y algunos tendrían que cerrar.

En la actualidad, esos que vieron sus negocios temblar resisten el envite. Es el caso de Felipe Ferrer quien regenta el restaurante «Ca's Pelut» con vistas a ese valle con almendros. Hace dos años, en plena marejada de arranque de árboles por la Xylella, ya indicaba a este periódico que si el paisaje que recorrían cada fin de semana los visitantes en familia o con amigos acababa siendo un «desierto» tendrían que cerrar el negocio. En la actualidad, Ferrer asegura que han notado mucho las consecuencias. «Febrero es una época en la que viene gente a hacer senderismo» ,y ahora el paisaje es muy diferente: «No es lo mismo hacerlo entre almendros en flor que en un desierto». Él cuantifica las pérdidas de su negocio hasta en un 60%. «Si no hay almendros, la gente se va a otros sitios».

Reservas solo de última hora

En Tàrbena existen una docena de negocios dedicados al turismo. Otro de ellos es «Sa Canterella», cuyo propietario es Francisco González, que está en otra zona privilegiada. «La vista ha cambiado y los paisajes que antes eran todo flores en esta época ya no están», explicó. El mes de febrero es el segundo del año de más facturación tras agosto y de mucha más actividad económica que por ejemplo julio. «En mi caso, se ha reducido entre un 10 y un 15% la facturación» respecto al mismo mes del pasado año. Todo porque los visitantes que deciden moverse en zonas de montaña y para ver cómo florecen los almendros deciden irse a otras zonas a las que no han llegado las consecuencias de la Xylella. Pero no solo para los restaurantes está siendo complicado remontar. Vicente Bailón es el propietario del alojamiento rural «La Almendra y la Montaña», uno de los que hay en la localidad. «Febrero es un buen mes porque aumentan las reservas de gente que viene a ver la floración» pero, respecto al pasado año «el negocio ha caído un 25%». Así el empresario explicó que «no tenemos las mismas reservas» ya que «ahora se mueven mucho por la última hora»; es decir, antes «la gente llamaba para preguntar cuál era la época para ver florecer los árboles y reservaban; ahora se hace prácticamente con días de diferencia».

Y aunque todos ellos temen que las consecuencias para sus negocios vayan a más, también recalcan que personalmente les afecta. «A nivel visual, para los que vivimos aquí es horrible», afirmó Bailón. «Sales por ahí y lo que había antes, ahora no está; menuda diferencia», afirma sobre los campos en los que han desaparecido los almendros. Con todo, el alcalde Francisco Javier Molines indicó que «no se puede hablar de gran bajón turístico» pero reconoció que antes «había muchos campos en flor que ahora no están» y eso se nota sobre todo en esta época en la que florecen los almendros. Para Tàrbena, llenarse de blanco y rosa es su reclamo. Si no hay flor, no hay vida natural... tampoco turística.

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