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La pandemia como único huésped

Una docena de hoteles de la provincia, la mayoría ubicados en Benidorm, no han abierto ni un solo día desde el inicio de la crisis sanitaria por falta de turistas a los que alojar - Los costes fijos estando cerrados varían entre los 20.000 y los 80.000 €

Balcones del Ambassador Playa, cuyo cierre se ha aprovechado para una reforma integral. | DAVID REVENGA

El colorido pájaro de cartón piedra que decora su fachada es, desde hace meses, el único huésped que se aloja en el hotel Cuco de Benidorm. Recostado sobre el vestíbulo principal, frente al mostrador de recepción, este exótico animal es testigo que la situación inédita por la que atraviesa este coqueto establecimiento, de 114 habitaciones y enclavado en el corazón del barrio de Foietes, que desde marzo de 2020 apenas ha podido permanecer abierto durante los dos meses del pasado verano. Este septiembre se cumple un año desde que volvió a cerrar sus puertas. Y, por el momento, nada parece indicar que volverá a operar en breve. «Si por nosotros fuera, estaría abierto mañana mismo, pero la situación de cara al invierno es todavía muy, muy incierta y no sabemos cuándo será posible, reconoce José Medina, gerente de la cadena Medina Hoteles, que posee tres establecimientos en la ciudad con cerca de 350 habitaciones.

Balcones del Ambassador Playa, cuyo cierre se ha aprovechado para una reforma integral David Revenga

Como él, una docena de hoteles de la provincia, la mayoría de ellos ubicados en Benidorm, prácticamente no han podido reabrir ni un solo día desde que comenzó la crisis sanitaria provocada por el coronavirus SARS-CoV 2 debido a la falta de clientes a los que alojar. En algunos casos, por tener un producto casi al cien por cien enfocado hacia el mercado británico; en otros, porque forman parte de cadenas con varios establecimientos en la ciudad y sus gestores han optado por agrupar la escasa demanda existente en menos hoteles para poder así reducir costes. Sea como fuere, lo único cierto es que el calendario sigue tachando días. Días en blanco; sin clientes, pero en los que el contador de gastos sigue sumando y se hace ya largo, demasiado largo, camino de convertirse en insostenible para muchas de estas empresas.

Recepción del hotel Cuco, que solo ha operado en dos de los últimos 18 meses. David Revenga

Varias cintas flanquean la entrada del hotel Palm Beach para evitar que nadie acceda a las escaleras que dirigen a su puerta principal. Propiedad de la misma mercantil que gestiona parques temáticos y otros hoteles en Benidorm, como Aqualandia, Terra Mítica o el Grand Luxor, este establecimiento del Rincón de Loix, que trabaja al 90% con turistas de Reino Unido, lleva 18 meses sin alojar a ni un solo cliente y con la mayor parte de sus trabajadores en un ERTE. «Era un riesgo abrir cuando prácticamente todo el turismo británico está parado, así que apostamos por reforzar otros productos, como el nuevo resort que se inauguró este verano junto al parque temático o los apartamentos turísticos, que han funcionado muy bien con turismo español», explica María José Marcos, responsable de Comunicación de la empresa de Georges Santa-Maria. ¿Hay previsión de abrir pronto? No hay fecha. Aunque desde la empresa insisten en afirmar que «en cuanto la situación recupere la normalidad y se reactive el turismo británico, se podría plantear».

Operarios dan los últimos retoques a la piscina del Ambassador antes de abrir, el pasado jueves David Revenga

Una decisión complicada

Mantener un hotel cerrado no es tarea fácil. Hagamos cuentas. La más sencilla es la que se refiere a ingresos: cero clientes, cero euros. Ahora viene lo complicado. «No tenemos actividad, pero todo son gastos», afirma resignado Javier García, vicepresidente del grupo Magic Costa Blanca, que mantiene tres de sus ocho hoteles en Benidorm cerrados y en próximas semanas podría sumar algún cierre más. Las empresas con más de 50 trabajadores, como es su caso, han de pagar el 25% que les corresponde de las cotizaciones por tener empleados en ERTE. A ello hay que sumar impuestos y tasas, facturas de suministro como la luz o el agua, labores de mantenimiento en sus instalaciones, amortizaciones de deuda y un sinfín de obligaciones fijas, que acaban por hacer la cuenta interminable. «Una ruina», agrega el también vicepesidente de Hosbec, que lamenta, en tono jocoso pero crítico, que hoteles que no facturan ni un euro tengan que sostener, por ejemplo, los beneficios de las eléctricas con el pago de miles de euros al mes por la potencia contratada —y de la que no hacen uso— pese a estar cerrados.

¿De cuánto dinero estamos hablando? José Medina, que también es directivo de la patronal, mantiene que los costes fijos oscilan entre los 20.000 y los 80.000 euros mensuales, o incluso más, en función del tamaño de cada establecimiento. Este empresario lo sabe bien. Tras el cierre completo de la planta en marzo de 2020, el grupo Medina reabrió en julio del pasado año el hotel Cuco, el más pequeño de la casa, y mantuvo cerrados los otros dos. En septiembre, volvió a bajar la persiana y no fue hasta junio de este año cuando reabrió: primero, el Sol y Sombra; después, el Olympus, gracias a la buena respuesta del mercado nacional. El Cuco, eso sí, ha sido ahora el sacrificado: «No hay mercado para tanto», se lamenta el empresario.

¿Cómo se soporta económicamente una situación como ésta? «Hay quien tenía dinero ahorrado para hacer obras o reformas y ahora lo está gastando en pagar estas cosas. Y otros, a base de endeudarnos cada día un poco más», reconoce Javier García. Si hay algo que caracteriza a la planta hotelera de Benidorm frente a la de otros destinos es el marcado carácter familiar de la gran mayoría de empresas, algunas camino ya de ser dirigidas por la tercera generación. Esto hace que, prácticamente en todos los casos, los hoteles físicos, los edificios, sean de su propiedad. «No se pagan alquileres y, además, es un aval para que los bancos presten dinero porque saben que, tarde o temprano, el turismo y los ingresos volverán», explica este hotelero, pero con una puntualización: «Si esto dura cinco o diez años, entonces nos vamos todos a pique».

Asumir riesgos

A pesar de la dura situación a la que el covid-19 ha arrastrado las cuentas de resultados del sector turístico, todavía hay empresas que asumen riesgos. El hotel Fenicia, de Magic Costa Blanca; el Benilux Park; o los Ambassador Playa 1 y 2, de Hoteles Benidorm, son algunos ejemplos. Ninguno de ellos ha tenido disponibilidad de camas desde que se declaró el estado de alarma. Pero esta crisis no solo no ha hecho que sus propietarios se vinieran abajo, sino que además les animó a embarcarse en proyectos de reforma millonarios para acabar haciendo hoteles prácticamente nuevos.

El Ambassador Playa 2 recibió este jueves a sus primeros clientes tras una reforma ejecutada en tiempo record. «Nos rondaba la cabeza desde hacía tiempo pero no estaba programada para ya», relata Ramón Martínez, CEO de Hoteles Benidorm, que reconoce que, cuando cerraron sus cuatro establecimientos en marzo de 2020, «pensábamos que sería para quince días o un mes». Al ver que la situación se alargaba, junto a su hermano Jaime, tomaron la decisión más arriesgada de sus vidas: adelantar las obras y, de esta forma, aprovechar el tiempo en lugar de perderlo. «Y nos salió bien».

Para finales de la próxima semana prevén alcanzar ya una ocupación del 52%, que a finales de mes podría situarse en más del 80. Después, vendrá el segundo reto. Porque además de la apertura de este establecimiento, para el 1 de octubre tienen programada la del Ambassador 1 y la del Riviera, otro de los que lleva sin funcionar desde el primer día de la era covid. ¿A qué se debe tanta euforia? «Nosotros llevamos el turismo en la sangre; nos divierte tener clientes, que nuestros hoteles funcionen. Y creemos que es el momento de apostar por Benidorm, arriesgarnos otra vez, tirar los dados encima de la mesa y probar suerte. Si no hay hoteles, es imposible que vengan turistas y entonces todos los negocios, no solo los hoteles, se irán al traste», afirman. Actitud que no falte.

Empleo. El sector que más trabajadores mantiene en ERTE

Es uno de los principales motores de la economía provincial pero, desde que comenzó la pandemia, el turismo es también uno de los sectores que más trabajadores ha enviado a expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). En agosto fueron 1.947 los alicantinos que dejaron de estar afectados por esta situación y pudieron regresar a sus puestos, muchos gracias a la reapertura de hoteles. Sin embargo, aún quedan 8.980 empleados en esta situación. Aunque quienes llevan estos 18 meses en ERTE por el cierre de hoteles prefieren no dar la cara, los afectados relatan que la situación comienza a hacerse «insoportable», no solo económicamente —la prestación alcanza solo el 70% de la nómina— sino también a nivel mental. De hecho, quienes han optado por reconvertirse y buscar empleo en otros sectores que nada tienen que ver con su actividad y algunos afirman que, si pudieran elegir, optarían por no volver al turismo.

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