"Ves imágenes de cientos de familias que llegan a la frontera y allí se despiden. El padre da media vuelta para ir a defender su país mientras que las madres y abuelas se quedan con sus niños, muchos de ellos bebés, desamparadas, solas y con una pequeña maleta donde han tenido que meter lo mínimo para sobrevivir. Ante eso, es imposible no hacer nada".
La asociación de vecinos del benidormense barrio de Els Tolls ha puesto en marcha una iniciativa para confeccionar ropa de abrigo para los bebés y niños ucranianos cuyas familias han tenido que abandonar el país huyendo de los ataques rusos.
Gorros de lana, guantes, calcetines, bufandas o mantas son algunas de las prendas que una treintena de voluntarias de esta asociación han comenzado a tejer, muchas de ellas con los colores azul y amarillo o rojo y amarillo, que representan los colores de las banderas de ambos países: Ucrania y España.
"Al ver lo que estaba ocurriendo allí, en la asociación nos planteamos cómo podíamos ser útiles, qué podíamos hacer para aportar y ayudar", explica el presidente de la misma, Juan Antonio Lizancos, que agrega: "Entendimos que el tema del material sanitario estaba muy bien organizado y canalizado a través del Estado, los ayuntamientos, las ONG, etcétera. Pero si hay una cosa que nos tocó mucho el corazón han sido las imágenes de mujeres solas con bebés o niños muy pequeños, así que decidimos centrarnos en ellos".
Hace un par de días pusieron en marcha a toda prisa sus agujas y ganchillos. Y en pocos días enviarán a la frontera ucraniana la primera remesa, que estará compuesta por unos 350 prendas, a través de la asociación Amigos de Ucrania, formada por ciudadanos nacidos en aquel país y que está canalizando parte de la ayuda humanitaria.
Además de toda la ropa de abrigo que están tejiendo estas mujeres, también enviarán ropa para niños y bebés, así como material sanitario para hacer curas que ha adquirido la agrupación vecinal en las farmacias del barrio, destinando a este fin 250 euros; alrededor de 500 mascarillas quirúrgicas y también de tela, que han cosido las voluntarias "tollers"; y, por último, gorros de algodón hipoalergénico para personas con tratamientos contra el cáncer.
Una trayectoria solidaria que viene de largo
Ponerse manos a la obra para confeccionar ropa con la que ayudar a otros no es algo nuevo para los "tollers". En lo peor de la pandemia, junto con otros colectivos, lograron reunir a una red de unos 500 voluntarios que cosieron mascarillas, batas y otros elementos de protección para donar a hospitales, clínicas, residencias o otros centros sociosanitarios, a través de la iniciativa "Yo coso en casa".
El germen de este colectivo es otro, también nacido en la asociación vecinal de Els Tolls: "Manos Tejedoras", un proyecto solidario que arrancó en hace más de un lustro y confecciona gorros de ganchillo en algodón hipoalergénico para distribuir de manera gratuita entre distintas asociaciones y entidades en contacto directo con pacientes oncológicos. Entre ellas, Anémona -el Grupo de Autoayuda para Mujeres con cáncer de Mama de la Marina Baixa- o Aspanion -la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de la Comunidad-, así como la Clínica Benidorm, que colaboró desde el inicio con el proyecto.
Donaciones y de su propio bolsillo
¿Cómo llega a las voluntarias todo el material necesario para elaborar estas prendas? Lizancos indica que parte de las lanas e hilos que utilizan son donados por particulares o negocios, pero otra parte es comprada con fondos propios de la asociación o también de las voluntarias, prácticamente todas mujeres de distintas edades, muchas de las cuales son madres o abuelas.
El presidente del colectivo defiende que "estos niños son el futuro de Europa. Son ucranianos pero por culpa de la guerra en poco tiempo serán también españoles, franceses, holandeses,... Crecerán en los países que los van a acoger y nuestra obligación ahora es volcarnos con ellos como si fueran hijos propios".
La iniciativa está abierta a todo aquel que quiera colaborar, de una manera o de otra, en el proyecto. Y, así, dar a estos niños y sus familias un abrigo físico pero también emocional.