La respiración consciente es una de las herramientas más potentes inherentes al ser humano. Teniendo en cuenta que respiras unas 22.000 veces al día ¿de cuántas eres consciente?

¿Te has parado a pensar qué combustible introduces en tu vehículo personal y de qué manera lo haces? De estas respuestas dependerá en buena medida que tu vida funcione a pleno rendimiento o vayas siempre a medio gas. Lo que comes, lo que ves, lo que escuchas, lo que tocas y lo que respiras pasa a formar parte de cómo percibes el mundo y cómo sientes la vida.

¿Respiras bien?

Si quieres un ejemplo perfecto de respiración observa cómo lo hacen los bebés. Son los grandes maestros del intercambio de gases. Acaban de llegar al mundo y vienen con la información biológica virgen, todavía no pueden manipular su modo natural de respirar en función de las emociones que sienten. Sus pulmones emplean toda su capacidad y su abdomen se hincha con cada inhalación y se relaja con cada exhalación.

Las experiencias y los miedos van haciendo poco a poco que, para evitar sentir cierto tipo de emociones que identificas como desagradables, comiences a bloquear tu diafragma y tu ciclo respiratorio sea cada vez más breve y menos profundo.

Con el ritmo de vida actual, la respiración ha ido perdiendo fuelle y nos conformamos con una respiración superficial que no aporta el oxígeno suficiente al cerebro como para ver las cosas con claridad. Esta ‘pseudo respiración’ te impide conectar con el sentir y te mantiene en la azotea de tu cuerpo, en el pensar.

Respirar de manera larga y profunda es uno de los retos que en la sociedad moderna más apremia. A través de su práctica puedes ayudarte a gestionar las emociones. Solo el hecho de poner tu atención en este ciclo natural de tu organismo te acerca a la calma.

Comienza a relacionarte de otra manera con tu respiración, escúchala, tiene cosas que decirte. Sal de la ciudad en busca de aire más puro, ventila bien tu hogar, haz 5 minutos de pranayama al día.

¿Qué aire respiras?

Hoy hace 5 años que opté por una vida sin humo. El cambio fue automático y radical. Cuando fumas, tu campo electromagnético, ese aura que rodea tu cuerpo físico, se encuentra ahumada. Vives en el interior de un espeso banco de niebla opaco y tóxico que te impide la visión de tus metas y te provoca, por tanto, un estado de desorientación vital.

Que elijas el autoboicoteo y la autodestrucción, es una opción de vida tan respetable como cualquier otra. Pero el día en que eres consciente de que te estás autodestruyendo es de ser ‘autodestructivo al cuadrado’ el no plantearte la posibilidad de que existe una mejor opción para disfrutar de tu vida.

Me gusta fumar

Eso es una auténtica falacia. Lo que te gusta es no sentir el mono. Meterte más de 100 sustancias químicas en el cuerpo es imposible que te guste, sin embargo tu mente se empeña en incrementar esa creencia para poder conseguir así su dosis y dejar de sentir el desasosiego que produce el síndrome de abstinencia tan potente de la nicotina.

Es difícil

Otra mentira, es tan sencillo como tomar la decisión. Yo fumé durante 20 años y pensé que jamás podría dejarlo, sin embargo lo dejé en un instante, solo tomé la firme decisión. Es mayor el fantasma del miedo al mono que la realidad misma.

Después, el cambio es tan interesante que ya procuras mantenerte ahí, sin humo, para siempre.

Un único cigarro te separa de volver a ser fumador. Si no te fumas el siguiente, tu vida dará un giro y tendrás mayor claridad sobre tu senda. Tus pulmones proporcionarán más oxígeno a tu cerebro y sentirás la liberación de una esclavitud cara, sucia y devastadora.

Si eres de los que se escuda en que fumas poco, por eso mismo, mejor no fumes nada.

Respirar te conecta con el espíritu

Respirar es lo primero y lo último que hacemos en este mundo. Si quieres conectarte con la Fuente has de limpiar todo obstáculo entre tú y ella. La palabra tiene su origen etimológico en spirare que significa soplar, raíz latina de la que también procede el término espíritu. En otras culturas sucede lo mismo, en el griego clásico pneuma significa aliento y espíritu al mismo tiempo, ocurre también en el árabe, y en la cultura hindú, en sanscrito, prana significa el aliento vital que te une al espíritu.

Respirar es pues para diferentes culturas ese soplo divino que relaciona cuerpo, mente y espíritu. Así es que respira, ábrete a ese regalo que puedes disfrutar a cada instante y, de vez en cuando, haz de ese acto rutinario un acto consciente de pura vida. Manera 17 de conectarte a la Fuente: Respira.