Mientras todavía se apagan los rescoldos de los Emmy en los que Succession se convirtió en uno de los grandes triunfadores de la noche, HBO, la plataforma que la apadrinó, avanza hacia su cambio de nombre. Los galardones a la serie creada por Jesse Amstrong la acreditan como el último gran clásico de la plataforma. Uno de esos títulos destinados a formar parte del pódium de los grandes, ocupado por títulos como Los Soprano, The Wire y otros títulos que cambiaron la manera de ver televisión. A finales de mayo se cumplirá un año de su final y la serie todavía sigue atrayendo adeptos animados por las excelentes críticas que ha ido acaparando. Al menos esta vez nos hemos ahorrado las pataletas de los haters de turno que suelen acompañar a las despedidas de otros títulos de éxito. Esta vez hubo unanimidad en los aplausos a su desenlace. Han sido cuatro temporadas que han hecho Historia con mayúsculas en la televisión y no se descarta que podamos tener algún spin off en un futuro no muy lejano.

El arranque de la serie podría considerarse como una especie del shakesperiano Rey Lear, cuando se abre el melón de quién será el heredero del gran emporio de comunicación Waystar Royco después de un problema de salud del patriarca familiar, Logan Roy (Brian Cox). Periódicos, televisiones, parques temáticos, cruceros que ocultan su propio escándalo del Mee Too, plataformas digitales... éstas son algunas de las lucrativas actividades que forman parte del gran negocio, en el que sus dirigentes se mueven por el mundo en helicóptero y jet privado como si cogieran un taxi. Los símiles entre los Roy y otros grandes empresarios de los medios de comunicación están ahí. Unos los han comparado con Rupert Murdoch, otros con Silvio Berlusconi, que además murió poco después del final de la serie. Amstrong tomó un poco de todo a la hora de crear la serie y añadió ingredientes de su propia cosecha. 

Aunque el magnate sobrevive al ictus, pronto sus hijos empezarán a cuestionarse las capacidades de su padre para seguir llevando las riendas de la compañía y comenzarán las conspiraciones para apartarlo. Su presencia se convierte en un gran estorbo, pero él está empeñado en dejarles claro que quien manda es él. Como el viejo Logan no se caracteriza por callarse y dice siempre todo lo que piensa, sus discursos empiezan a incomodar en estos tiempos de corrección política. ¿Alguien ha contado cuántas veces se dice "fuck off" a lo largo de la serie? (La traducción vendría a ser algo asó como "jódete," "vete a la mierda" y hasta esa acción que rima con el número cinco).

Si comenzábamos este artículo citando a Los Soprano, podemos seguir con las referencias al género de gángsters, al decir que entre los Roy bien podría valer esa frase de El Padrino: "No es nada personal, solo negocios". Y es lo que podrían decirse cualquiera de los cuatro hermanos que pueden aparcar sus enfrentamientos entre sí para hacer frente común contra su padre. Buena parte de la serie transcurre entre eventos familiares donde comprobamos las turbulentas aguas que se ocultan tras lo que parecen escenas cordiales. Y es que los Roy pueden ser implacables cuando se trata de negocios, una lección que desde muy pequeños su padre, al que temen y respetan a partes iguales, les ha marcado a fuego. Cuando el gigante empieza a dar señales de debilidad, son despiadados hasta con él.

Lo que verdaderamente atormenta a Logan Roy es que ninguno de sus hijos parece estar preparado para asumir la herencia del negocio familiar. Ciertamente, se puede decir que así es, ninguno lo está. Cada uno guarda sus propios fantasmas en el armario, entre adicciones, traumas y otras taras de una vida entre algodones que les ha convertido en pobres niños ricos. La gran sintonía de los títulos de crédito del compositor Nicholas Britell podría hacernos pensar que estamos ante una gran tragedia shakesperiana, aunque a los pocos minutos de haber ido conociendo a todos los personajes nos encontramos con toques de comedia negra que acercarían la serie hacia El lobo de Wall Street de Martin Scorsese. La serie no sólo nos muestra cómo pueden ser capaces de apuñalarse por la espalda entre sí, sino cómo descubren la fascinante adicción del poder. Pueden poner y quitar presidentes sin despeinarse, como despedir a centenares de trabajadores por videoconferencia como si estuvieran pidiendo la carta en un restaurante. El trasfondo político de los Estados Unidos actuales se deja sentir y en la última temporada vemos la misma polarización social que la que nos mostraba el final de The Good Fight, con las calles convertidas en escenarios de batallas campales.

No estaba entrando a hacer un análisis de cada personaje, pero no puedo evitar referirme al personaje del primo de la familia. A Greg lo conocemos tras su despido de uno de los parques temáticos de la familia, donde hacía las humillantes labores de mascota, y se presenta en la mansión de los Roy en mitad de uno de los grandes eventos familiares para tratar de conseguir que lo readmitan y se ve inmerso en plena gran crisis que le afianzará dentro de la empresa. De esta manera acaba como la persona que siempre está en el lugar oportuno y en el momento oportuno. Parece un poco tonto e inocente, pero a medida que va avanzando la serie vemos que no es exactamente lo que parece. No hay que dejarse engañar por su aparente inocencia. "La garrapata" es el cariñoso mote que le tienen reservado los miembros de su familia. No sé si será intencionado o no, pero curiosamente el hecho de que el reparto aparezca en orden alfabético durante los títulos de crédito, pone a su actor, Nicholas Braun, en primera posición. Antes incluso que Brian Cox. Es la metáfora perfecta de lo que es su personaje en la serie.

Decir que en el tercer episodio de la cuarta temporada de Succession hay uno de esos grandes spoilers podría ser considerado un spoiler en sí mismo. Dada la temática de la serie no puede costar mucho de qué se está hablando para aquellos que todavía no lo hayan visto. Es un momento que coge a todo el reparto por sorpresa, como suele ocurrir cuando uno se enfrenta a ese tipo de situaciones, y aun afectados por el dolor pueden dejar de lado todas sus cuitas personales para afrontar esos duros momentos. La muerte es algo que nos llegará a todos. Desde el más pobre al más rico. El sufrimiento por la pérdida puede reforzar aún más los lazos entre los hermanos y hacernos pensar por un momento que hay esperanzas para esta familia. Pero en el último momento, siempre habrá alguien con su propia hoja de ruta capaz de traicionar al resto con tal de conseguir sus propios fines. Y, como el propio Logan temía, su legado parece que no va a sobrevivir a su marcha. Como todos los grandes clásicos de HBO, ésta es una serie de antihéroes. Pronto la plataforma cambiará de nombre para pasar a llamarse Max y en la mente de todos queda la pregunta de si seguirá siendo capaz de ofrecernos otros clásicos de la televisión como éste.