En lo más crudo del invierno, True Detective ha vuelto a HBO. Un regreso que se produce diez años después del estreno de su primera temporada y cuando la plataforma estaba famélica de nuevos estrenos debido a las largas huelgas de Hollywood que han tenido paralizados los rodajes durante meses desde este verano. Tras el batacazo que supuso su segunda parte, cada nueva entrega de True Detective ha sido recibida en un clima de escepticismo y desconfianza. Aquellos memorables primeros episodios fueron colocados en un altar y parecía que nada pudiera volver a superarlos. Los responsables de esta nueva entrega parece que tenían asumido que para gran parte del público y la crítica iba a ser así hicieran lo que hicieran. Pero la clave estaba en hacer algo mejor que las secuelas y reinventarse. Tenemos cambios radicales, pero preservando las esencias que encumbraron al clásico. A falta de un episodio para que termine esta nueva temporada, puede hacerse balance de lo que ha sido este regreso.

Una de las primeras innovaciones ha sido el de apostar por un radical cambio de escenario. Salvo en aquella segunda temporada de infausto recuerdo, las anteriores entregas estaban ambientadas en la América Profunda. En esta nueva entrega dejamos de lado los pantanos del sur norteamericano, para irnos a las gélidas tierras de Alaska. Un escenario que nos muestra mucha más nieve que la que nos podríamos encontrar en Fargo, otra serie que comenzó a la vez que ésta y con la que ha tenido unas curiosa vida paralela. Con el subtítulo de Noche Polar, la trama arranca cuando va a empezar una de esas largas noches en las que no se ve salir el sol y que tiene una duración de 65 días. El ambiente ideal para preservar toda esa atmósfera de pesimismo que siembre ha tenido encima True Detective. Como dirían en una de las más exitosas series de televisión de la casa, "winter is coming". Se acerca el invierno.

El misterio que las protagonistas tienen que investigar gira en torno a una estación científica. Escenario que nos recuerda más a una película de terror, como puede ser La Cosa, que a una ficción de género policiaco. La desaparición del personal de la base y la conexión del caso con un antiguo crimen sin resolver es el detonante de la trama. La expectación por esta nueva entrega se disparó al hacerse público antes del estreno que en las escenas del crimen se encontrarían esas extrañas espirales que usaba el culto tras el que estaban los crímenes de la primera temporada. ¿El Rey Amarillo contraataca?

La estación se encuentra frente a uno de esos pueblos donde todo el mundo se conoce, pero en el que la vida no es tan tranquila ni pacífica como puede pensarse. Ya hace muchos años que vimos Twin Peaks y estamos curados de espanto. Las tensiones están a la orden del día entre la comunidad indígena y la población blanca, sobre todo a causa de una empresa minera que es la dueña de todo, en torno a la que se mueven teorías de la conspiración de todo tipo, y a la que muchos acusan de estar envenenando a la población con prácticas que distan mucho de ser respetuosas con el medio ambiente.

Esta nueva temporada tiene un corte mucho más sobrenatural que las anteriores, hasta el punto que hay escenas de apariciones fantasmales que parecen salidas de una película de James Wan. A falta de un capítulo para que termine la temporada me atrevería a decir que estas visiones podrían no tener nada de espectrales, sino que se trata de alucinaciones causadas por el envenenamiento de la mina. Detrás de todo hay unos monstruos muy humanos. En unos días comprobaré si me tengo que comer o no esta teoría con patatas fritas.

Otro de los grandes cambios de esta nueva temporada es el de poner a dos mujeres policía como protagonistas. Pero ojo que pueden ser tan machotas y duras como lo han sido los anteriores protagonistas. La estrella indiscutible del reparto es Jodie Foster, en el papel de la sheriff del pueblo. Su personaje está muy alejado del de aquella principiante agente del FBI Clarice Sterling que la lanzó al estrellado en El silencio de los corderos. Por cierto, ya que hablamos de Hannibal Lecter, ¿hay algún homenaje encubierto a la serie de Hannibal en el macabro escenario de los cuerpos del personal de la estación? Hay un halo de perdedora en torno a la madura detective, con una cierta debilidad por el vodka y a tirarse a todo lo que se mueve. Quizá consecuencia de tener que trabajar en el culo del mundo. Por cierto, otra referencia metacinematográfica es el hecho de que tanto Jodie Foster como Mathew McConaughey, el inolvidable Rusty Cole de la primera temporada, protagonizaron en los 90 la película de ciencia ficción Contact.

La otra protagonista es la desconocida Kali Reis, actriz procedente del mundo del boxeo y que recientemente colgó los guantes para pasarse a la interpretación. Aunque las series norteamericanas cada vez abren más el abanico de la diversidad hacia más colectivos, es bastante raro que las comunidades indígenas estén en esos grupos y su realidad es más bien ignorada. Las dos protagonistas están enfrentadas al inicio de la serie, pero deberán enterrar sus rencillas para poder esclarecer el caso.

La directora de la mina, también es mujer y fuera de las cámaras, la responsable de la temporada ha sido Issa Lopes, guionista, productora y directora y que lleva todo el peso de estos nuevos episodios. A juicio de los energúmenos de siempre, demasiadas mujeres con poder. Con lo que antes del estreno, la serie sufrió una campaña de valoraciones negativas en algunos de los principales portales con el objetivo de tratar de hacer bajar su valoración. Críticas que estaban escritas antes de que se emitieran los episodios, por lo que, como se puede comprobar rebosan de objetividad y un fenómeno que tristemente sigue siendo un modus operandi.

Issa Lopes ha supuesto otra ruptura total con las anteriores temporadas y un intento de hacer algo nuevo. La primera temporada estuvo producida por Nick Pizolatto y Cary Fukunaga, aunque todos los logros de estos ya míticos episodios se atribuían al segundo. Con Pizolatto en solitario llevando las riendas de la serie se produjo la debacle de la segunda temporada. Al menos, ya con la tercera Pizolatto se pudo quitar esa espinita, aunque ya había germinado la idea de como la primera, ninguna. Era demasiado parecida a la otra. Esta cuarta temporada llega sin ninguno de los creadores originales de la serie detrás, por lo que hay una clara intención de hacer algo nuevo. Y del frío invierno pasar a la cálida primavera. Puede que el camino sea el de encontrar a autores independientes que sepan dar su particular estilo a los ingredientes con los que la serie ha funcionado siempre.