Desde que me diagnosticaron que tenía cáncer de próstata el año pasado. Desde ese instante tan crudo que parece que se derrumba todo tu mundo y el de las personas que te quieren. Desde ese mismo momento en que me dijeron la enfermedad que tenia, que fue, en la sanidad privada. Me puse en contacto inmediatamente con mi médico de familia, Dr. Rafael Gandulla (sanidad pública) y él, junto a mi urólogo, el Dr. Pérez LLorca, cogieron el toro por los cuernos, como se diría en términos taurinos y con esa profesionalidad y buen hacer que les caracteriza, empezaron a tratar mi enfermedad con los medios más modernos y sofisticados, tanto en tratamientos, como en pruebas diagnósticas.

No se pueden imaginar estimados lectores, cuando una persona empieza a asumir este drama que a nivel personal le esta ocurriendo. Piensa, que no va con él, que se trata de una pesadilla de la que quisiera despertar. Y se plantea multitud de pensamientos, ya que la mente es libre y hace lo que quiere. Aunque tenga a muchas personas a su alrededor que le proporcionan ánimos y consuelo a diario, en muchos momentos se encuentra solo con su desgracia. La cabeza no entiende de buenos deseos. Es un fastidio, todos los días con la misma cantinela. Por eso, hay que intentar ser frio y sobre todo, positivo. Es tan difícil cuando te encuentras cansado, te duele todo el cuerpo, te tomas doce pastillas diarias. Tienes alguna que otra vez nauseas, que mala es esta puta enfermedad, no se la deseo a nadie. Y aun así te consuelas pensando, que hay otras personas que se encuentran mucho peor que tú.

La verdad es que a todo se acostumbra uno. Mi ambulatorio, que antes no sabía ni donde estaba, ahora lo frecuento a menudo. Aunque, si no fuera por estos médicos, que tengo y que se han convertido en amigos. Que comparten contigo, esos días en los que te encuentras más vulnerable y triste, dándote ánimos y alternativas. Hasta donde llega la perfección, que tengo asignada, mi propia enfermera, Adela, una gran mujer, que tantos buenos consejos me está dando. Por todo ello, para un servidor, nuestra sanidad pública es excelente y no debemos permitir que los políticos de turno, en el poder. Hagan añicos una sanidad pública, que es ejemplo en el mundo, por su eficacia y profesionalidad de todos los que allí trabajan, facultativos, personal de enfermería, trabajadores sociales, celadores, administrativos, etcétera.

La sanidad pública española, es puntera y sirve de ejemplo, en muchos países del mundo, siendo muy envidiada. Y como por desgracia, lo que predomina, es siempre lo mismo, el dinero. La rentabilidad de los hospitales, ambulatorios, medicinas, etcétera, no hace falta privatizar su gestión. Lo que deben hacer los políticos, es poner a personas muy cualificadas y sobre todo, honradas, en puestos directivos y de gestión. Y de este modo, seguro, que otro gallo nos cantaría