La primera copa de champán se ideó haciendo un molde a un pecho de Marie Antonieta. Las tetas de Antonieta eran la perfección sofisticada del erotismo supremo. Un teta cual copa de champán. Kim Novak en Picnic, baja las escaleras contoneándose delante del pollo pera Willian Holden. Kim baila pausadamente, marcando el ritmo con las manos, sus caderas son de fuego volcánico y sus pechos... dos montes típicos de la época. Las tetas de Novak liadas en un sujetador con copas, aros, presionadas, aprisionadas. Maria Antonieta y Kim Novak buscan a la estanquera de Amarcord, opulentos pechos, ubres gigantescas que afixian a cualquier mamón. Beber en una copa brut y comer queso de tetilla, teta gallega prestada del catálogo rural. Sigo quedándome con el pecho lacio de Monroe, la teta austadiza de Ulvman, el fósforo inactivo de Sofía Loren, aquellas húmedas cavilaciones con mi vecina Brigitte Bardot. Tetas y miradas en la oscuridad. Los ojos de Bacall o el rictus amargo de Bette Davis, ajustándose el canalillo embutido dentro del escote.