Leo en la prensa de mi ciudad de todos los días, que han detenido a alguien por conectar el suministro eléctrico de su casa a una farola del alumbrado público. Me llaman siempre la atención estas paradójicas noticias metidas con calzador. De hecho, ràpidamente se les puede dar la vuelta como a un calcetín. Por ejemplo, en lugar de conectar la casa a una farola, podría estar la farola conectada a la casa, que no es lo mismo, aunque parezca igual. Conectar una casa a una farola es hacer que la farola brille como una casa, lo contrario, es que la casa luzca tímidamente cual farola. La cuestión es que la luz se hizo en las tinieblas hilarantes de la pobreza, y aunque al individuo lo arresten por defraudación de consumo del fluido eléctrico, las tinieblas, esas que aparecen dentro de la miseria y la indigencia, también deberían de ser arrestadas. Aunque, considerando los considerandos, arrestar tinieblas nos conduciría a otro terreno, tenebroso y malicioso en demasía, puesto que los ejecutantes, agentes luminosos al servicio de la ley, la constitución y la buena observancia entre personas, igual son profundamente oscuros y nebulosos. Una farola, desde ahora, no es sólo un punto de luz en un callejón, es un faro grande que alumbra habitaciones y estufas elécticas. En cuanto podamos conectarnos a ellas.