Se me queda cara de gilipollas cada vez que veo algunos programas de televisión. Ayer salté de seis a cuatro mirando a las macarrachonis emperifolladas y al master de la nave del misterio. Ciertamente dos tongos del show bussines, ignoro cual de ellos con más pretensión, si el uno por documentar la faceta sociológica de las titis horteras de barrio, mucho camela, tacones y polvos de cara, o por el ínclito de la nave del misterio, rodeando un mito universal de absoluta artificiosidad chabacana.

El amigo de canal cuatro se trae a Javier Sierra disfrazado de montañero del monte Ararat, además con Pérez de Tudela, dinosaurio resucitado. El escritor de lo insondable enseña fotos de hispasat, de la Nasa, de vaya usted a saber cuantas agencias espaciales más, donde parece que se aprecia un montículo ocasional en la ladera del monte más alto que el horizonte y que supone, deduce, presupone, pueda ser el arca de Noe. Justo ahí comienza el espectáculo. Iker deja la palabra breve a un convidado de piedra, catedrático habitual del programa, que especifica: no se olviden que todo es una leyenda. Pero ni caso. Argumentos de arqueología, espeología y varias gías. ¿Consideran que todos los espectadores tienen encefalograma plano?...

Entre los mitos, éste es el más repetido en la historia: el castigo universal por la ofensa a dios mediante un diluvio atronador de borrascas y gota fría. Omiten, por ejemplo, que dieciocho siglos antes del nacimiento de Jesús, ya existía en la cultura mesopotámica el poema de Gilgamesh donde se hablaba de las aguas castigadoras. O que esta leyenda se reproduce en las culturas hindú, mitología griega, pascuence, mapuche, maya, azteca, inca, urus, mousaye, kawesqar, y etcéteras.... Noé tiene muchos nombres, casi todos anteriores al negocio del monte Ararat, (otras causas inspiran el relato bíblico, pero no será hoy cuando me refiera a ellos).

Entonces, todavía enfadado por la simpleza y manipulación, con un leve movimiento de dedo paso a la vida normal de la no se quién, la no se cuantos y la no se sextas. Ellas coinciden: nunca han leído un libro. Les gustaría triunfar en televisión, si es posible de colaboradoras, que es una figura laboral que abarca todo. Viendo a adultas con hijos mascar chicle de fresa y soñar con la caspa de la creción todo se mezcla en mi sofá. La agitación neuronal que me producen tantas deducciones hacen que me agite como si estuviera dentro de un microondas. La solución está servida: que vayan de colaboradoras de Iker Jimenez, junto al choni Javier Sierra. Todo caspa y manipulación.