Una explanada rodeada de palmeras datileras por donde tu y yo paseábamos nuestras desavenencias. Y nuestras aficiones. Solíamos andar con la manos metidas en el cuerpo del otro y mantenernos en difícil equilibrio andante. Como funambulistas en la cuerda, aquellas pisadas señalaban el camino que faltaba por recorrer. Explanada mojada, paseo mayor de recuerdos.