Acabo el libro de Binet y sin embargo me quedo atrapado en la página 302 acompañando a Gabcik y Kubis en la acera de Holesovice. Esperan al mercedes negro, o verde oscuro, de Heydrych. Viste Gabcik una gabardina gris donde guarda su sten, vaya mierda de ametralladora, sale a la curva marcada delante del automóvil y el arma se encasquilla, oh cielos, oh dioses del infortunio, joder. Así que me quedo con ellos reviviendo la escena, viendo como reacciona Kubis y lanza una bomba de mano que cae en la rueda trasera del descapotable. Sube y baja el auto por el zambozazo, aunque Heydrich sale herido del atentado, (a la postre la infección de esa herida producirá una gangrena gaseosa que lo matará en tres días, y todo por el relleno de los asientos del coche: pelo de caballo) y busca calle arriba al hombre de la sten. Estoy a su lado y me toca huir con él de la furia del SS. Dispara el cabrón nazi, titubea y dispara, eso nos salva de momento, cuesta arriba.

Binet es un cabronzuelo que trabaja el relato y la historia con maestría inusual. Desde sus ensueños en Praga al submundo de la cripta resistente. Un paseo por el infierno nazi, corrompida colonia de arios y psicóticos. Por su culpa, por la de Binet, he tenido que volver a Lidice. Un día después de mi cumpleaños, Hitler mandó arrasar el poblado. Fusilaron a todos: niños, ancianos y mujeres incluídos. A caballos, mulas, gatos y perros. Quemaron sus campos, los llenaron de sal, derrumbaron edificios, los removieron con palas excavadoras: fuego y sangre, venganza por el atentado de la resistencia checa contra Heydrich.... He acabado "HHhH" y su nebulosa todavía planea por mi cerebro. Sé que he topado con un gran escritor que comienza. Un chaval francés que sabe lo que es el vértigo de escribir. Y yo que conozco el vértigo de la lectura, inusualmente hermanados.....