Rouco se ajusta las gafas y vá y cuenta: "sería bueno que la conciencia guiada por la Ley de Dios vuelva a ser un elemento y un órgano decisivo en el comportamiento no sólo personal y privado, sino en el comportamiento, en la acción y en las actividades públicas que afectan a todos". Y me quedo mirándolo, a su imagen digo, a esa cara en tecnicolor que su dios le ha dado, y me rasco la coronilla igual que hacían mis antepasados laicos cuando les hablaban de divinidades trinas. Claro que Rouco, tan preocupado por el mundanal solar patrio, tiene importantes privilegios económicos que conservar. Por eso adivino que quiere decir cuando habla de la ley de dios en la cosa pública.

La base folclórica de su deseo magnífico es "iluminar" a la sociedad y hacernos pasar por el embudo integrista. Este país fue prolífico en esos menesteres. Un repaso empírico a la historia de la piel de toro y acabaremos hartitos de intervenciones sucesivas de la iglesia en los estados, convirtiendo en fatídicas teocracias las más de las èpocas. Las leyes fundamentales que Rouco pretende permite a muchos vivir del cuento sempiterno. En resumen, para ser brevísimo: los grandes bloques éticos, que obviamente pertenecen al pensamiento civil, han de pasar por el forro de la organización que él representa, pingües beneficios incluìdos. Si no recuerdo mal, eso tenía un nombre.... se llamaba... ¿nacional catolicismo?.