Sè lo que ocurre cuando garabateamos mientras oímos a alguien: distraemos nuestro otro yo escapándonos del instante. Existen muchas maneras para huir de los instantes sin necesariamente ausentarse. Plasmar la psique, el alma traviesa que duerme escondida, es una forma singular. Los psicólogos interpretan todo intentando sentirse realizados: círculos sexuales, triángulos equiláteros incisivos violentos, laberintos pasionales y torticeros, cuadrados o rectángulos persuasivos y estructurales. Puras gilipolladas: hice el experimento conmigo mismo sòlo para dibujar puntos de tinta negra que yo imaginaba rojas: gotas de sangre de gallina degollada. Los psicólogos, una vez explicadas semejantes alucinaciones, me dejaron en paz.

En estas cavilaciones ando cuando me viene a la memoria una amiga antigua. Llegó de su clase universitaria completamente colorada, con los mofletes rosados y un brillo especial en los ojos. Mira, me dijo, he estado toda la clase de Fonética y Fonología dibujando pollas. Es la primera vez en mi vida que dibujo penes y testículos. Sobre el folio antes blanco un muestrario variopinto de pollas en todas las direcciones se superponían unas contra las otras. Estaba claro que ella había huído de sí misma y de ese instante, aunque asistiera correctamente a las explicaciones fonéticas en el aula. Dentro de su psique cientos de falos revoloteban en busca de una salida.

Hoy he escaneado una construcción aleatoria y casual garabateada cuando leo, oigo música o hablo por teléfono: he aquí mi situación cerebral actual: No hay gotas, pero sí aristas y rayos por encender.