"He tenido tumbos y sueños todo este día 1º de 1951. Yo no me meto en la vida de mis sueños, y me parece que los sueños del dormir los tiene otro que no soy yo, un resentido o un iluso que vive parasitario de mí y que, como no le hago ningún caso, aparece a veces en los sueños. Los sueños, en una palabra, no son míos, son de un ansioso vulgar o de un enemigo -la parte enemiga de uno mismo que se aglomera en un rincón nuestro-, pero no hago ningún caso a sus insinuaciones y a sus calumnias. Me levanto, me despierto y lo abandono a él; que siga durmiendo y soñando por su cuenta." RAMÓN G. DE LA SERNA.

Llevo días con los diarios póstumos de Ramón metidos en el bolsillo del anorak. Sé que a él le gusta esa idea, sus revuelos juntados dentro de una prenda, anorak, con reminiscencias pasadas, una adulteración de la vestimenta, cruel posibilidad de abrigarse. He de confesar que ando prendado de su obra, cuasi convertida en objeto de coleccionistas. Y también he de confesarme sorprendido, asustado, enganchado al carro de su vanguardia humorística que era una producción exacta del pensamiento torrefacto: el campo no es camino, sino emboscada revuelta. Se queja el autor exiliado del exilio y de la dureza para comer: "las greguerías, me ha prometido el director de el mundo, dr. Rubio, subírmelas a 120 por artículo, pero tengo que andar cazando greguerías día y noche, con lo mucho que se ocultan... se salió de la navidad gracias a que pedí adelantado, pero todos, inclusive Venezuela, tuvieron la avilantez de no pagar". En el viejo libro editado por Plaza Janés que porto, voy encontrando dentro de sus diarios arrelatados, parte de mí mismo. Las reflexiones sobre uno y otro, el soñante, lo soñado, parecieran ser de reflejo cotidiano, Ramón escribe detrás de mi pluma 2012 asuntos actuales que entristecen a esos unos y aquellos otros, a mí mismo, sueño de ansioso vulgar y de enemigos....