Conozco a alguien parecido a mi mismo, que cuenta las veces que se muere cuando cree que duerme. Tal vez sea lo contrario, le explico, tal vez te duermes cuando crees que mueres. Esa atracción letal, llamésmosla así, comenzó después de los cincuenta. Medio siglo es un devenir, decía, ignorando que hasta en la enfermedad la suerte biológica frena el fin de las células. "Igual vives treinta o cuarenta años más". "Muchos son, demasiados: mustio y hueco, desfondado, con todas las bisagras oxidadas, con escapes, pérdidas, lagunas mentales, somnoliento, purgado, asaltado por los antepasados a los que hice mal, arañado por todos los diablos de la venganza de la conciencia, eso, contando que la bilogía, como dices, te respete". No deja de tener razón, de hecho, un ligero temor corre por mis venas cuando habla de antepasados y de diablos. En el fondo, él y yo, nos entedemos.