Me he escapado de la lectura sólo un rato. Deben de ser los astros que andan invertidos, el polo sur en el norte o el norte en el sur. O debe de ser la luna, que desde el mar de la tranquilidad ejerce presión contra las mareas interiores de mi cerebro. Digo que me he escapado porque ùltimamente soy cautivo de varios autores. Los más antiguos hacen mella en el corazón, pues, inesperadamente, me he vuelto a reconciliar con ellos. No tiene mayor mérito, aunque descubro que lo que había leído cuando yo era otro era también parte del otro. Con respecto a los nuevos que no son tan nuevos, llegan a fascinarme tanto que siento preocupación. Preocupación y pesadillas en noches de difícil digestión. Cualquiera que ose destripar a Vila Matas, por ejemplo, sabe lo que cuento. Héteme navegando en un maremoto literario barriobajero. Camús, Sartre, existencialistas de mi juventud, (¿pero tuve alguna vez juventud?), versus Bolaño, Fonollosa, Vila o Padura, un cubano autor de novelas negras y perfeccionista en "El hombre que amaba a los perros". Camino por la literatura extrañamente, tengan en cuenta que el ensayo y la historia ocuparon gran parte cuando fuí otro distinto también al otro del que les hablaba antes. Kafka es uno de aquellos añejos amigos que vuelve a ocupar mesita de noche. Mentira, mi mesita de noche es una base etérea compuesta por el libro de los seres imaginarios de Borges, un bestiario medieval , Simenón con sus Fantomes du Chapelier, y tres enciclopedias dedicadas al bombardeo de Dresde. Mentira item más: mi mesita de noche son aviones de la Raf, huidas de Veracruz, poemas de orín con fuego de Panero y algunas lágrimas de presbicia y pena. Ya digo que me he escapado un rato de la lectura, aunque sus cornetas tocan a filas. Vuelvo al submundo donde convivo con todos los otros que he mencionado. Yo mismo después de no ser nadie.