Al anochecer el 29 de Marzo de 1939 el general Gambara, al mando de la división Littorio entraba triunfador en Alicante. La división italiana tomaba posiciones en el paseo de los mártires, alrededor del puerto. Los falangistas armados dominaban todas las posiciones cercanas y ya causaban estragos en las barriadas de la ciudad. Alicante había quedado en aquellos días en manos de los Casadistas, con Manuel Rodrìguez como nuevo gobernador civil. Lorenzo Carbonell, alcalde, se afanaba intentando conseguir pases y pasaportes a los recomendados de los partidos políticos.

En el puerto tres barcos amarrados: el African Trade, el Maritime y el Stanbrook, carbonero inglés, cuyo capitán Andrew Dickinson logró embarcar a 2638 refugiados, zarpando a las 32 horas del día 28. (Lèase "Los náufragos del Stanbrook", de Rafael Torres). Al día siguiente Casado y sus acompañantes llegaron a Gandía desde donde abandonaron España a bordo de la Galatea.

15.000 personas esperaban en el puerto de Alicante, rodeados por fascistas y falanges. Se delimitó una zona neutral en el puerto con el fin de que se pudiera embarcar a casi 6000 personas en el mercante Winnipeg. (Un par de mercantes franceses intentaron aproximarse, pero los buques de guerra franquistas patrullaban la zona y los barcos estaban desprotegidos ante el Canarias y el minador Vulcano, que bloqueaban el puerto). El caso es que, agrupados en el interior del muelle, niños, soldados, mujeres, alcaldes, políticos, sindicalistas y gente de toda procedencia, esperaban una salida hacia el exilio. No la hubo. Según el informe que el general Gambara presentó a Franco, 12.000 personas fueron hechas prisioneras. Salieron en columnas desde el puerto a los presidios habilitados en la ciudad y proximidades. En la zona portuaria quedaron suicidados y otros fallecidos. Los prisioneros fueron llevados hasta la cárcel, plaza de toros, castillo de Santa Bárbara, campo de los almendros y el campo de concentración de Albatera.

Les esperaba más dolor aún. Fusilamientos, torturas, enfermedades y vejaciones.

Los fascistas habían vencido.