Aunque no lo parezca he pasado la tarde junto a Nicanor Parra soñando con mesas y sillas, con un automóvil que dà vueltas, con una película, una bomba de bencina, comiendo pejerreyes, atravesando puentes, avisando con un brillo resplandeciente..... seguía sus instrucciones para acabar de una vez por todas con la policía, oh, perdón, con la poesía.

Policía, poesía poseía... una momia de arena, otra disparando un revólver. Déjense de preguntas, cuenta: en el lecho de muerte cada uno se rasca con sus uñas. Nicanor, le digo, siempre toca el tambor...se hace el sordo viejo, los viejos somos sordos, creemos en la mujer imposible, la mujer de dos metros de estatura, señora de mármol de carrara, la mujer que se hace la dormida mientras el marido la alumbra con un fósforo....... joder, Nicanor Parra desea pavimentar la cordillera, pero no con cemento ni con sangre, pavimentarla con violetas, plantar violetas, humildad, fraternidad, llenar el mundo de violetas...¿escopetas?, nó, cáspita, enredador,...un ataúd le dice a la urna te amo, no puedo vivir sin tí...y la urna lo mira de reojo..... toda la tarde con Nicanor, tiene tanta razón...ya no me queda nada por decir, todo lo que tenía que decir ha sido dicho tantas veces.